En el día de hoy, vamos a hablar sobre Allan kardec, el padre del espiritismo, y el fascinante legado que nos ha dejado.
¿Quién era Allan kardec?, Y, ¿cuál es la importancia de sus enseñanzas? ¡Quédense conmigo y juntos lo descubriremos!
Para comenzar, diremos que el nombre real de este personaje no era Allan kardec. En realidad, se llamaba Hipólito León Rivail, un francés que nació en Lyon, el 3 de octubre de 1804.
En sus años más tempranos, el joven Rivail estudió en el Instituto Pestalozzi, en Suiza. Allí conoció a su fundador, el profesor Johann Heinrich Pestallozzi, quien se convertiría en su gran mentor durante esos primeros años.
Tiempo después, Hipólito León se trasladaría a París, en donde se establecería como profesor y académico, y se casaría con Amélie Gabrielle Boudet. Una mujer igualmente académica, que se desempeñaba como autora y profesora.
Hay que mencionar que, por esa época, poco se iba a imaginar el señor Rivail de que se convertiría en uno de los padres fundadores del espiritismo.
Lo interesante del señor Hipólito León es que, en un principio, era completamente escéptico de todas estas cuestiones espiritistas y sobrenaturales.
Todo lo que tenía que ver con espíritus, vida después de la muerte, fantasmas y demás, era algo que le parecía completamente ridículo y sin sentido.
Es más, el mismo hombre se convirtió en uno de los enemigos más férreos y ardorosos en contra de estas prácticas, a las que calificaba como supercherías y tonterías.
En palabras del propio Hipólito: «estoy en contra de esa ridiculez, esa trampa y ese engaño para idiotas».
En efecto, al señor Rivail no le hacía ni cinco de gracia todas esas cuestiones esotéricas, pues creía que era un «engaño para idiotas», como él mismo decía.
Esto no era de extrañar debido a su estricta y rigurosa educación académica. Este hombre se ceñía tenazmente al racionalismo y al positivismo, disciplinas tan características de aquella época.
Desde luego, esto resulta muy significativo porque, si creías que este personaje era un simple charlatán, con muy baja educación y fácilmente influenciable; pues déjame decirte que estás muy equivocado.
Este individuo seguía, al pie de la letra, el método científico. Y, justamente, esa es la razón por la cual todos esos asuntos esotéricos le parecerían puros engaños y fraudes. Cosas de las cuales sólo se ocupaban los fanfarrones y los ingenuos.
Teniendo en cuenta esto, casi que resulta una ironía que, el señor Hipólito León, haya pasado de ser un escéptico empecinado, a convertirse en uno de los creyentes más firmes en las cuestiones esotéricas y espiritistas.
¿Qué fue lo que sucedió en la vida de Rivail para que haya tenido un cambio tan abrupto de opinión? Ciertamente, debió haber sido algo que lo marcó para siempre.
En efecto, todo comenzó cuando un amigo suyo, de nombre Fortier, lo invitó a presenciar el fenómeno de las mesas giratorias.
¿Qué es eso de las mesas giratorias?
Básicamente, es cuando tres o más personas se sientan alrededor de una mesa, ponen sus palmas sobre la superficie, y forman una cadena (tocándose levemente las manos con sus meñiques entrelazados).
La cuestión es que, después de un tiempo, la mesa empieza a oscilar y a levantarse del suelo, para después comenzar a girar a toda velocidad. Obviamente, todo el proceso ocurre sin que los participantes muevan la mesa.
En fin, esto de las mesas giratorias lo podemos cubrir con mayor profundidad en otro vídeo.
El caso es que, finalmente, y a regañadientes, el señor Hipólito decide complacer a su amigo y acompañarlo a una sesión de mesas giratorias.
Parece ser que la sesión impactó tanto a Rivail que, a partir de ese momento, empezó a estudiar este fenómeno con el máximo rigor científico.
La curiosidad lo llevó a meterse de lleno en este nuevo de campo de estudio; pues, obviamente, deseaba obtener respuestas satisfactorias, a como diera lugar.
Después de mucho tiempo de estudio, el hombre finalmente se convenció de que, ciertamente, debía existir una inteligencia detrás de todos estos sucesos.
Y fue así como llegó a la conclusión de que los espíritus de los muertos, o algún otro tipo de entidad, efectivamente se comunican con nosotros.
En una de estas sesiones espiritistas, Hipólito León tuvo la oportunidad de contactar con un espíritu, de nombre «Zéfiro».
Aparentemente, este espíritu era su ángel guardián, y habían sido amigos en una vida pasada, cuando ambos pertenecían a los druidas en tiempos de Julio César, casi 2400 años antes de esa época.
Según «Zéfiro», en esa reencarnación pasada, Hipólito León Rivail se había llamado Allan kardec. Y, en consecuencia, a partir de aquí el señor Rivail adopta este seudónimo.
Este sería el nombre que utilizaría en adelante y con el cual firmaría todas sus obras posteriores.
Resulta entonces que el 30 de abril de 1856, «Zéfiro» le anuncia a su amigo que están listas las bases para una nueva doctrina. Una filosofía cuyas enseñanzas se publicarían en el «libro de los espíritus», la primera obra publicada por Kardec.
Ahora bien, aquí viene la parte más interesante, ¿cuáles eran esas enseñanzas de esta nueva doctrina espiritista?
Para empezar, anunciaba que el hombre es un alma inmortal, y que nace más de una vez como humano, en un ciclo de varias reencarnaciones.
Otra de sus enseñanzas es que las almas pueden escoger, en cada encarnación, sus propios juicios y sus propios modos de vida.
También anuncia la existencia de un «ángel guardián», que cada persona tiene y que nos ayuda en la vida.
Sostiene que la enseñanza de Dios es continua, porque la humanidad está lentamente evolucionando hacia niveles más altos.
Según Kardec, la primera revelación de Dios ocurrió a través de Moisés. La segunda, a través de Jesucristo. Y, la tercera, a través de los espíritus que se comunican con nosotros.
El propósito de las reencarnaciones es que las almas puedan perfeccionar su moral y su inteligencia, hasta que finalmente puedan estar en la presencia de Dios.
Otra instrucción es la que tiene que ver con el código moral. En efecto, el precepto ético más importante es el amor. Tal y como lo predicó Jesús. Es decir, el amor incondicional entre todos los seres humanos.
Siguiendo con nuestra cadena de enseñanzas, ésta que sigue es bastante interesante:
Al final, todas las almas se salvarán. El único problema es que, para algunas almas, este proceso puede llegar a ser realmente largo.
Los espiritistas no se adhieren realmente a ninguna religión, sino más bien, a una filosofía con carácter científico y moral.
El mismo Allan Kardec define al espiritismo como: la ciencia que se dedica a estudiar la relación entre seres incorpóreos (o sea, los espíritus) y los seres humanos.
Los espiritistas también se encomiendan y le rezan a Dios, a quien lo ven como la causa y la fuente última de todas las cosas, y también de todos los seres.
De hecho, los espiritistas se refieren a Dios como: «la suprema inteligencia y la causa primaria de todo».
Se supone que los espíritus son creados simples e ignorantes, pero con el poder para perfeccionarse a sí mismos. Ciertamente, ya mencionamos que este proceso de perfeccionamiento ocurre a través de la reencarnación.
En efecto, en cada reencarnación las almas deben afrontar diferentes situaciones, problemas y obstáculos. Todo con el objetivo de superarlos, y así continuar con su proceso de crecimiento y evolución espiritual.
Otra de las enseñanzas es que nosotros, por ser espíritus imperfectos, no podemos realizar las mismas hazañas que realizó Jesús.
En la medida en la que evolucionemos, no obstante, podremos entender mejor cómo funcionan las cosas, y también podremos realizar muchos de los milagros que llevó a cabo Jesús.
Esto es debido a que todos los espíritus han sido creados iguales, y todos deben llegar a la misma meta.
Esta es la importancia de la evolución espiritual: estamos destinados a llegar a la perfección.
Otra creencia de Allan Kardec es que existen muchos planetas en el universo, que están habitados por otras almas.
En efecto, los espiritistas sostienen que existen planetas con formas más avanzadas de vida, y cuyas sociedades han alcanzado niveles más altos de evolución y de felicidad.
Una cosa interesante, no obstante, es que muchos espiritistas piensan que estas sociedades viven realmente en otros planos de existencia, diferentes a los nuestros, por lo que no podemos observarlos propiamente.
Según los espiritistas, la comunicación entre espíritus y seres humanos está ocurriendo constantemente. Pero no todas las personas tienen la capacidad de captarla.
Sin embargo, las personas que sí pueden hacerlo, son aquellas que se conocen como médiums. Estas personas tienen la capacidad de comunicarse con los espíritus a través de distintos medios (por ejemplo, la escritura automática).
Parece ser que los espíritus no pueden manipular los objetos directamente, por lo que necesitan la ayuda de un médium para tales efectos.
Pues muy bien, habiendo proporcionado algunas de las enseñanzas espiritistas, ¿qué opino de todo esto?
Definitivamente, estoy de acuerdo con muchas de las enseñanzas de Allan Kardec y la corriente espiritista. Ciertamente, me parece que sus preceptos son bastante sensatos y me adhiero plenamente a la mayoría de ellos.
Habiendo dicho esto, sin embargo, debo decir que tengo mis dudas en relación al contacto con los espíritus. Y no porque no crea en ellos, sino, más bien, porque pienso que puede ser una práctica peligrosa.
Es decir, así como hay gente buena y mala en este mundo. Pues, igualmente, también hay espíritus buenos y malos en esos planos de existencia.
La pregunta es, ¿cómo sabemos si estamos contactando con un espíritu bueno o uno malo? La verdad, ¡es imposible saberlo!
Personalmente, yo sería bastante cauteloso a la hora de contactar espíritus.
Tomemos, por ejemplo, el caso de la tabla Oujia. Ciertamente, he sabido de muchas personas que, por ponerse a utilizar este método, han dejado entrar a sus vidas a espíritus con malas intenciones.
El problema es que liberarse de estas entidades puede resultar todo un dolor de cabeza. Y, por esa razón, yo recomendaría mucha prudencia a la hora de contactar espíritus.
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí.
Si quieren saber más sobre Allan Kardec y el espiritismo, les aconsejo que lean algunas de sus obras más famosas: «el libro de los espíritus», «el libro de los médiums», «el Evangelio según el espiritismo», «el cielo y el infierno», y «el Génesis según el espiritismo».
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Como siempre, les ha hablado su amigo y servidor, Andrés Rueda. ¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!