Había sido un día bastante duro para María. Pues en el trabajo sentía el agobio constante de los duros quehaceres y las demandas incesantes de sus jefes, que a veces parecían ir más allá de lo que un ser humano normal es capaz de realizar.
Para colmo de males, también había tenido una fea pelea con su novio y los estudios iban, por decirlo de una manera suave, un poco cuesta abajo.
Todo esto la había sumergido en una pequeña laguna de depresión, en donde se veía asaltada por la tristeza, el desánimo y las ganas de rendirse.
Afortunadamente, llegaba el fin de semana. Cosa que le daría un poco de tiempo para descansar y reflexionar.
A la mañana siguiente, sintiéndose más fresca y libre del peso de las preocupaciones, decidió ir a visitar a su abuelita Cleotilde.
Había dos cosas por las cuales le encantaba ir a visitar a Nana-tilde, como acostumbraba a llamarla por cariño.
La primera, era su exquisito talento para las artes culinarias. Pues si había algo de lo que podía estar segura era de que, en casa de Nana-tilde, siempre habría algún manjar con el cual deleitarse y olvidarse de las preocupaciones de la vida.
No hay nada más cierto en el hecho de que la comida borra las penas del alma y este era exactamente el confort que María anhelaba en esos momentos.
La segunda razón era que Nana-tilde poseía una sabiduría inigualable. Era una de esas viejas de antaño que, además de haber sido construida para durar, parecía haber heredado la sapiencia ancestral de los grandes maestros milenarios.
“Buenos días, mi niña linda” dijo con cariño Nana-tilde, “¿a qué acontece tu grata visita el día de hoy?”
“¡Buenos días, Nana-tilde!” Exclamó María con felicidad, “he venido a visitar a mi abuelita favorita y a pedirle un consejo sobre unas cositas”
“Claro que sí, mi niña linda, estaré encantada con cualquier cosa en la que pueda ayudarte”, afirmó Nana-tilde con convicción, “pero eso sí, antes de darte cualquier consejo, tienes que quedarte a almorzar”.
María sonrió con algo de malicia, pues la comilona era algo que ya tenía presupuestado. “Está bien abuelita, si tanto insistes…”, contestó María con voz pícara.
Una vez finalizada la cena, abuela y nieta se sentaron en la sala para conversar plácidamente, al amparo de unas deliciosas galletas de vainilla y chocolate, así como del tradicional, y legendario, té de jengibre y eucalipto de la vieja.
“Ahora sí, mi niña linda, ¿sobre qué cosa querías pedirme consejo?”, preguntó Nana-tilde, mientras soplaba con suavidad la taza de té que sostenía en sus manos.
“Verás abuelita”, dijo María, un poco dubitativa, “últimamente me he sentido muy deprimida. Siento que la vida me está ganando, que las luchas y penas de la existencia drenan toda mi energía.
Siento que no soy lo suficientemente feliz. Y pensé que tal vez tú podrías darme unos consejos, ya que siempre te veo tan radiante y alegre, tan llena de optimismo. Quisiera saber cómo lo haces” exclamó María, con cara de tristeza.
“Mi niña, sin lugar a duda, la vida es dura y está llena de dificultades, por lo que se cómo te sientes. En mis años de juventud me sentía exactamente igual, triste y derrotada, sin encontrarle sentido a las cosas o escape a los problemas.
Todos nos hemos sentido así, por lo menos alguna vez en la vida”, manifestó Nana-tilde con toda honestidad.
“Te voy a dar 5 consejos que, aunque no solucionarán de manera mágica tus problemas, si te pueden ayudar para ser más feliz”, exclamó la vieja Cleotilde con decisión y un aire de sabiduría.
“El primer Consejo es que empieces el día con una buena dosis de gratitud”.
“Serás más feliz si eres consciente de aquellas cosas por las cuales debes sentirte agradecida. Cuando te levantes cada mañana, dedica un poco de tiempo para pensar en las cosas por las que debes sentir gratitud.
Escribe entre tres y cinco cosas por las que te sientas agradecida y escribe también la razón. Puedes mantener «un diario de gratitud», como yo lo denomino.
En donde plasmas en papel todo aquello por lo que te sientes agradecida en un día o momento en particular”.
María puso la mitad de su galleta sobre una servilleta y, mientras masticaba la otra mitad, saco un pequeño cuaderno de su morral y empezó a escribir con diligencia, del mismo modo en el que el buen estudiante escribe lo que su maestro explica en el pizarrón.
La vieja Cleotilde espero con paciencia hasta que su nieta terminara y luego prosiguió, “el segundo consejo es que debes enfocarte en dar, más que en recibir”.
“Puedes dar dinero, si así lo quieres, pero no es necesario. Lo importante es que des algo. Algo valioso. Si quieres obtener algo, primero debes dar algo. Debes ayudar a los demás.
Cuando das, envías un mensaje al universo de que quieres ayudar a otros y que comprendes que todo va a estar bien”, dijo Nana-tilde, mientras se disponía a masticar una galleta.
Después de haberla saboreado, y al darse cuenta de que su nieta había terminado de escribir, continuó, “el tercer consejo es que intentes sonreír cada día.
Pues, cuando lo haces, tu cuerpo libera hormonas que te hacen sentir mejor. Si deseas ser feliz, debes sonreír. ¿Puedes pensar en algo que te haga más feliz que sonreír? Una sonrisa es, por definición, el estado natural de un alma feliz.
Si no puedes encontrar algo que te haga sonreír, intenta buscar algo chistoso, algo gracioso, algo que te pinte una sonrisa en los labios. Tú eres la que sabe utilizar el Internet, mi niña, seguro que no tendrás problemas en encontrar algo”.
“Buscar razones para sonreír…”, repitió María, mientras terminaba de escribir. “Esto se está poniendo bueno, ¿tienes más consejos abuelita?”.
“Por supuesto, mi niña querida”, dijo la abuela, mientras sorbía un poco de té.
“El cuarto consejo es que intentes pasar más tiempo con tus amigos, tu familia y tus seres queridos”.
“Las personas que no pasan mucho tiempo con su familia, sus amigos y sus seres queridos, suelen ser presas de la soledad y la depresión. Si pasas más tiempo con la gente que amas, forjarás lazos que te ayudarán a sentirte mejor en tiempos de estrés.
Si puedes conectar con otros a través de experiencias comunes, como los altibajos que presenta la vida, crearás tu propia red de soporte que te ayudará a sentirte más alegre.
El ser humano no fue creado para vivir en soledad, por lo que siempre debes buscar aquellas personas maravillosas que te proporcionen consuelo y compañía en la vida”.
A estas alturas, María se empezaba a sentir un poco mejor, pues sentía que estos consejos prácticos le ayudarían en esos momentos en los que la depresión y el desespero se empezaran a apoderar de ella.
Es cierto que creía que venir a donde la abuela era una buena idea, pero ahora lo podía confirmar con plena certeza. Era más que seguro que de allí se llevaría unos buenos consejos para la vida. Y todavía faltaban más joyas. Una más, para ser exactos.
“Bueno mi niña linda, te daré el último consejo del día de hoy”, aseveró Nana-tilde, mientras apilaba la loza y los sobrantes de comida en una bandeja, “el último Consejo que te daré, y quizá el más importante, es este: ¡haz siempre lo que amas!”
“¿Has escuchado ese refrán que dice “haz siempre lo que amas y el dinero te seguirá?, Pues bien, si puedes hacer lo que amas y obtener dinero haciéndolo, tus niveles de felicidad aumentarán de una manera maravillosa.
Pues lo cierto es que, cuando el trabajo se siente como si estuvieras jugando, es mucho más probable que puedas disfrutar los otros aspectos de tu vida”.
“Hacer dinero haciendo lo que amo…”, reflexionó María con profundidad. Sin duda, una idea muy atractiva. Seguramente que no sería tan fácil como su abuelita lo hacía sonar, pero valdría la pena pensar en esto con un mayor grado de detalle.
La joven le dio las gracias a Nana-tilde y se despidió con un amoroso abrazo y un cálido beso. Salió de allí sintiéndose más renovada, gracias a esos cinco consejos valiosos que podría poner en práctica cuanto antes:
Pensar todos los días en aquellas cosas por las cuales hay que sentirse agradecida; dar algo valioso a los demás para recibir del universo cosas valiosas.
Intentar sonreír a diario pensando en cosas positivas, y graciosas, que ocurren en nuestro mundo.
Pasar más tiempo en familia y con los seres amados para recibir de ellos soporte y cariño.
Intentar ganar dinero haciendo lo que uno ama o, por lo menos, tratar de hacer lo que uno ama la mayor parte del tiempo.
Si, concluyó María con decisión, definitivamente estos cinco consejos le darían una fuerza adicional para afrontar la nueva semana que se aproximaba…
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, espero que les haya gustado la historia del día de hoy.
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Les ha hablado su compañero y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!