Es muy común que tengamos metas y nunca las alcancemos. ¿Por qué sucede esto?
¿Alguna vez te pusiste una meta, pero, por alguna razón, nunca lograste alcanzarla?
Esto nos ha pasado a todos. Te mentiría si te dijera que nunca he abandonado una meta.
A veces abandonamos nuestras metas porque son muy difíciles y parecen imposibles de alcanzar.
Si te sientes identificado, te traigo una fórmula que te ayudará con este problema.
Se trata de la «fórmula QCP». Es decir, la fórmula del ¿Qué?, el ¿Cómo y Cuándo?, y el ¿Por qué?
Te aseguro que, aplicando disciplinadamente esta fórmula, estarás en una mejor posición para alcanzar esas metas que siempre dejas abandonadas.
¿Te interesa conocer esta fórmula? Mira el artículo y te enseñaré cómo aplicarla correctamente.
El problema es, más o menos, el siguiente:
Un día caminamos tranquilamente por la calle y, de repente, pensamos en algo que nos gustaría realizar. Nos surge el deseo de alcanzar una meta.
Tal vez fue algo que vimos y nos llamó la atención. Quizá observamos una persona realizando una actividad y dijimos: «¡qué chévere sería hacer eso!», «¡A mí también me gustaría ser como ese individuo!».
Después llegamos emocionados a la casa porque decidimos que tenemos una meta y queremos alcanzarla.
Al principio todo empieza color de rosa. Pero, en la medida en que empezamos a trabajar, nos vamos desilusionando poco a poco.
Entonces empezamos a decir cosas como: «esto es muy difícil», «no sabía que alcanzar esta meta conllevaba tanto trabajo», «creo que al final no lo lograré».
Sea por las razones que sea, paulatinamente abandonamos la meta.
Poco a poco, la emoción se empieza a diluir hasta que, finalmente, nos rendimos.
La anhelada meta ha quedado para siempre en el olvido.
El proceso se resume así: «primero, emoción desaforada; segundo, choque con la realidad; y tercero, desilusión total y abandonamiento de la meta».
¿Te sientes identificado? ¡Seguro que sí! ¡Todos hemos estado en esta situación!
La información que te proporcionaré te ayudará con este problema porque desglosa, paso a paso, los detalles de tu meta.
Hay que entender lo siguiente:
La verdadera razón por la que nunca alcanzamos nuestras metas es, sencillamente, porque no conocemos los pormenores asociados a ellas.
Si lo hiciéramos, sería mucho más fácil alcanzarlas.
Es aquí en donde entra la «fórmula QCP». Con su ayuda, superaremos esta dificultad.
Siguiendo tres sencillos pasos, venceremos los obstáculos que nos separan de nuestro objetivo.
Les aseguro que, si adoptan disciplinadamente este método, alcanzar sus metas será más fácil.
Imagínate contar con un procedimiento sistemático para alcanzar tus metas. Un método que te garantiza el éxito.
Tu vida cambiará radicalmente si pones en práctica los conocimientos aquí presentados.
A veces, hay que realizar cambios para ver resultados.
Así que tienes dos opciones:
Puedes abstenerte de aplicar el método y seguir abandonando tus metas.
O bien, puedes adaptarlo a tu vida y ver sus efectos.
Estoy seguro que deseas esto último.
Así que, sin más preámbulos, expliquemos el método.
Eso sí, antes de comenzar, necesitarás papel y lápiz.
El método sólo funciona si analizas el problema a profundidad. Por lo que es recomendable escribir a cabalidad.
La «fórmula QCP» consta de tres componentes, o pasos, fundamentales.
Paso # 1: definir el «Qué».
El «Qué» de la fórmula significa el «Qué» de la meta.
Es decir, ¿Cuál es la meta? ¿Qué es lo que deseas alcanzar?
Ahora bien, sé que muchos de ustedes estarán pensando: «ah pues, qué bobada, eso es obvio».
Pero resulta que, en realidad, NO ES OBVIO.
Me explico:
Muchas veces creemos saber en qué nos estamos metiendo. Pero, en realidad, no tenemos idea.
Hay una diferencia entre la ficción y la realidad. Entre lo que «parece» y lo que «realmente es».
La primera razón por la que nunca alcanzamos nuestras metas, es porque realmente no sabemos en qué nos estamos metiendo.
Las metas tienen que ser, ante todo, alcanzables. Pues de nada te servirá establecer metas irrealistas.
Pero, ¿Cómo saber si la meta es realista?
Hay que conocerla a cabalidad. Y, justamente, para esto nos ayuda el «Qué» de la fórmula.
Cuando empezamos a definir detalladamente el «Qué» de la meta, es cuando empezamos a entender su verdadera naturaleza.
En ese momento comprendemos si nuestra meta es realista. Pues tenemos la suficiente información para visualizar, con el mayor grado de detalle posible, todo lo que la meta implica.
Esto es muy importante: «visualizar todo lo que la meta implica».
Lo entenderemos mejor con un ejemplo «tonto y exagerado», pero perfecto para ilustrar el punto.
Digamos que la meta es: «viajar a Marte».
Asumamos que, en una película, viste que parecía muy divertido. Así que se te antojó ponerte esta meta.
Ahora, si utilizas el paso # 1 de la fórmula, tendrás que pensar en el «Qué» de la meta.
Es decir, tendrás que preguntarte:
¿Qué conlleva ir a Marte?
¿Qué implica realmente realizar un viaje al planeta rojo?
Si investigas profundamente el «Qué» de la meta, pronto entenderás que es poco realista.
¡Ojo!, no quiero decir que la meta sea imposible. Simplemente, es poco realista.
Cuando uno investiga todo lo que la meta implica, fácilmente se puede determinar el realismo de la misma.
El «Qué» te ayudará, en primera instancia, a determinar el realismo de tu meta. Y, en segunda instancia, a comprender todo lo que necesitas hacer para alcanzarla.
Entre más información tengas, y entre más preciso seas, mejores oportunidades tendrás de alcanzar tu objetivo.
Así que, como primer paso, escribe tu meta en un papel. Intenta describirla con el mayor grado de detalle posible.
Pregúntate:
¿Cuál es la meta que deseo alcanzar?
¿Qué se necesita para alcanzarla?
¿Qué implica realmente?
¿Cuáles son los detalles que la componen?
Tienes que ponerle «Nombre y Apellido» a tu meta. Definirla lo más preciso posible.
Una vez hayas hecho esto, seguiremos con el siguiente paso.
Paso # 2: definir el «Cómo y Cuándo».
El segundo paso es definir el «Cómo y Cuándo» de tu meta.
¿Cómo exactamente vas a alcanzar tu meta?
¿Qué pasos necesitas seguir?
¿Cuándo vas a conseguirla?
Escribe los pasos exactos que necesitas para alcanzar tu meta.
Por ejemplo, si tu meta es perder peso:
¿Cómo exactamente vas a lograrlo?
¿Qué tipo de dieta vas a realizar?
¿Qué rutina de ejercicio vas a seguir?
Si tu meta es hacerte millonario:
¿Cómo lo vas a hacer?
¿Qué tipo de negocio piensas poner?
¿No creerás que te harás millonario solamente por desearlo?, ¿cierto?
¿No creerás que el dinero te lloverá del cielo?, ¿o sí?
Intenta establecer claramente el «Cómo» y el «Cuándo» de tu meta.
Desglósala en pedazos más pequeños, de modo que la meta se subdivida en porciones más digeribles.
Alcanza las metas más pequeñas, y cada una te acercará a la meta grande.
Finalmente, llegamos al último paso de la fórmula.
Paso # 3: Definir el «Por qué».
Tal vez este paso sea el más importante. Y la razón es muy sencilla:
Tienes que asegurarte que la meta esté perfectamente alineada con tu felicidad.
Me explico:
Si tu meta no te hace feliz, entonces ¿para qué alcanzarla?
Una razón poderosa para el abandono de nuestras metas es que no están en armonía con nuestra esencia.
Por ejemplo,
Tu meta podría ser: «quiero ser el mejor gerente del mundo». Pero, ¿y si esto no te hace feliz? ¿Y si la gerencia realmente no es lo tuyo?
Antes de ponernos una meta, debemos estar seguros que la meta nos conducirá por caminos felices.
Muchas veces nos ponemos metas porque «parecen bonitas», o porque «suenan espectaculares».
Hay una diferencia entre «amar» y «creer amar». Entre «lo que es» y «lo que parece ser».
Este principio aplica perfectamente a las metas.
Tus metas tienen que estar en perfecta armonía con tu verdadero ser.
Tus objetivos tienen que resonar con tu esencia. De lo contrario, serán metas vacías. Empresas que nunca te llevarán a la felicidad.
Por esta razón, este paso es quizá el más importante.
Debes cuestionarte la capacidad de tu meta para hacerte feliz.
¿Realmente seré feliz si alcanzó esta meta?
¿Realmente seré feliz trabajando por este objetivo?
¿Será que la meta es compatible con mi verdadero ser?
La respuesta a estos interrogantes, te permitirá determinar si debes ponerte la meta en primera instancia.
Nunca establezcas metas que no te hagan feliz. Si lo haces, tarde o temprano, terminarás abandonándolas.
Ahora que tienes esta información en tus manos, ¿Qué debes hacer?
Toma papel y lápiz, y aplica la «fórmula QCP».
Piensa en las metas que te ha costado alcanzar y evalúalas según el método aprendido.
Aplícalo inmediatamente a tus metas actuales. Y, evidentemente, también a tus metas futuras.
No dejes que el método se quede simplemente en teoría.
¡Empieza con el proceso ahora mismo!
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí.
Recuerda:
Si te suscribes a mi boletín de noticias en iwokis.com, te regalaré algunos libros sobre el tema de la felicidad.
Y no solamente eso, sino que te enviaré varios consejos maravillosos para alcanzar el éxito, la riqueza y la prosperidad.
Como siempre, te ha hablado tu amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!