¿Escribió Moisés realmente el Pentateuco?
Para quienes no lo saben, el Pentateuco es el conjunto de los primeros cinco libros de la Biblia, compuestos por «Génesis», «Éxodo», «Levítico», «Números», y «Deuteronomio».
Posiblemente, estos sean los libros más importantes y representativos de todo el antiguo testamento.
Recordemos que la Biblia está dividida en dos partes: el Antiguo y el Nuevo testamento.
El antiguo testamento comienza con el Pentateuco y termina con el libro de Malaquías.
El nuevo testamento, por su parte, comprende los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan; además de los hechos de los apóstoles, diversas epístolas y el siempre enigmático apocalipsis.
El Pentateuco es una palabra que literalmente traduce: «cinco rollos», y es una obra considerada canónica por todas las confesiones cristianas y judaicas.
De hecho, en el judaísmo, el Pentateuco compone la «Torá», la ley de la religión judía.
Siempre se ha considerado un hecho que Moisés fue el autor de dichas obras. Sin embargo, hay quienes piensan que esta noción está equivocada.
Los escépticos tienen muchas razones para dudar que Moisés haya sido realmente el autor del Pentateuco. En todo caso, muchos estudiosos sobre el tema sostienen que Moisés ni siquiera fue un personaje real.
En esta historia veremos tres argumentos que contradicen la idea de que Moisés escribió estos libros.
El primer argumento es el siguiente:
La historia empieza en el año de 1153, cuando un rabino español, de nombre Ibn Ezra, observó una curiosa contradicción que aparecía en el último libro del Pentateuco.
El hombre afirma que en el capítulo 34 del Deuteronomio, Moisés predice y narra su propia muerte.
Parafraseando, la historia es más o menos así:
Moisés subió de los campos de Moab al monte Nebo, donde Jehová le mostró toda la tierra Santa, desde Galaad hasta Dan, incluyendo la tierra de Judá.
El señor le dijo que esta era la tierra que le prometió a Abraham, Isaac y Jacob. Sin embargo, también le dijo que nunca entraría en ella.
Efectivamente, Moisés nunca viviría en la tierra prometida, pues moriría en la tierra de Moab. El gran patriarca fallecería a la edad de 129 años, y sería enterrado frente a Bet-Peor. Durante 30 días, los hijos de Israel llorarían a su patriarca.
Ahora bien, los puntos interesantes son los siguientes:
¿Cómo pudo Moisés hacer una descripción tan pormenorizada de su muerte, del lugar en donde sería enterrado y del luto que llevaría a cabo su atribulado pueblo?
¿Acaso poseía el don de la profecía?
¿Observó, anticipadamente, todos los detalles de su muerte y los efectos que acaecerían sobre su gente?
Puede ser que Moisés, en efecto, fuera un profeta. No obstante, aquí es en donde radica el problema.
Hay que entender esto:
Moisés fue un enemigo acérrimo de los profetas y las pitonisas. En vida, el hombre persiguió hasta la muerte a estos personajes. Se podría decir que hasta los odiaba.
Resulta entonces paradójico que, Moisés, con su gran desprecio y menoscabo hacia la práctica de la profecía, haya terminado realizando profecías.
Esta contradicción de principios hace pensar que Moisés no pudo haber escrito este capítulo del Deuteronomio, porque iba en contra de sus valores y creencias más arraigadas.
El segundo argumento que analizaremos es el siguiente:
En el Pentateuco, y más exactamente en el Génesis, se mencionan cosas tales como: el espíritu de Dios flotando sobre las aguas; el diluvio universal como un castigo divino; y la enemistad entre dos hermanos, Abel y Caín.
Resulta que todas estas leyendas no son originales del antiguo testamento, sino que fueron copiadas de leyendas mucho más antiguas.
Por ejemplo, los sucesos narrados en el Génesis también se encuentran en leyendas Fenicias.
Un sacerdote egipcio, llamado «Sanchoniaton» (cuyo nombre significa «templo vivo de Aton»), había escrito estas historias varios siglos antes de la redacción del Pentateuco.
En el siglo III, d. C., el filósofo griego Porfirio empezó a hablar públicamente sobre este hecho.
Como era de esperar, esto le causó serios disgustos con el obispo de Cesárea, Eusebio.
Porfirio decía que el Pentateuco era un vulgar plagio, mientras que Eusebio replicaba que era el fruto de la revelación divina.
El hombre acusó a Porfirio de blasfemia, y dijo que la obra de «Sanchoniaton» era maldita y debía ser destruida.
Esta guerra entre Porfirio y Eusebio terminó siendo ganada por este último, y la peligrosa obra de «Sanchoniaton» fue quemada y destruida.
No obstante, en 1926, se llevaron a cabo unas excavaciones en la región de «Ras Shamra», en lo que hoy es el Líbano.
En dichas excavaciones, se encontraron unas tablillas que confirmaban la existencia de «Sanchoniaton» y validaban muchas de sus crónicas.
Los escolares sostienen que los rabinos judíos se inspiraron en estos cuentos y los adaptaron a su propia religión, pues deseaban escribir una obra que le diera ánimos al abatido y esclavizado pueblo judío.
Por lo tanto, a la hora de escribir el Pentateuco, decidieron acomodar algunos mitos y leyendas provenientes de otras culturas.
En este contexto, no fue Moisés quien escribió el Pentateuco, sino fueron los rabinos judíos quienes lo hicieron, con el objetivo de darle a su pueblo y a su religión una identidad propia.
El último argumento que veremos está relacionado con el nacimiento del ilustre personaje:
Según el Éxodo, los padres de Moisés pertenecían a la tribu de Levi.
Cuando el patriarca nació, su madre hizo todo lo posible para ocultarlo de los soldados del faraón.
Tengamos presente que, por esa época, los egipcios despreciaban a los hebreos.
Por lo tanto, para evitar que se propagaran fuera de control, convirtiéndose en una amenaza, era costumbre matar a los niños varones en la medida en la que iban naciendo.
La madre de Moisés, al no poder ocultar a su hijo por más tiempo, decidió meterlo dentro de una canasta y tirarlo río abajo, con la esperanza de que algún alma de buen corazón lo encontrara y lo criara.
Esta alma de buen corazón resultó ser, nada más y nada menos, que la hija del faraón. Por lo que Moisés fue educado e instruido en medio de la realeza.
Los escépticos manifiestan que este es el típico «mito del héroe», bastante común en muchas culturas.
El «mito del héroe» es cuando el nacimiento del insigne, en este caso Moisés, ocurre en circunstancias extraordinarias.
Es muy normal que los grandes personajes posean árboles genealógicos relacionados, de algún modo, con la realeza.
Si Moisés era un personaje mítico, inventado por los rabinos judíos, no es de extrañar que quisieran darle un nacimiento extraordinario, y otorgarle un toque real y monárquico a su héroe.
Según los entendidos, resulta que esta historia de Moisés es una copia idéntica de una leyenda babilónica.
En esta historia, una joven Babilonia que vivía en Azupiram, a orillas del río Eufrates, tuvo una relación extramarital con algún galán de turno.
Producto de aquella relación prohibida, concibió un hijo. No obstante, para evitarse problemas con su familia, introdujo el fruto del pecado en una canasta y lo mando río abajo.
El bebé tuvo bastante suerte, pues un hombre llamado «Akki» lo encontró, lo adoptó y lo crio como su propio hijo.
El muchacho creció hasta convertirse en un apuesto joven. Tal era su belleza, que la diosa Ishtar se enamoró de él y lo convirtió en el fundador de la primera dinastía babilónica, hacia el año 2700 a. C.
Una historia similar también se encuentra en el «Majábharata», uno de los libros sagrados de los hindús.
En esta versión, una madre llamada «Kunti», quien era hija del rey, abandonó a su bebé en el río para evitar tener problemas con su padre, pues el niño había nacido fuera del matrimonio (cosa que era muy mal vista en aquel entonces).
Los expertos aseguran que, muy probablemente, los rabinos judíos copiaron estas leyendas más antiguas para darle a Moisés un aire de soberanía.
El pueblo judío necesitaba un príncipe con urgencia, y, ¿Qué mejor alternativa que Moisés y su fascinante historia?
Pues bien, amigos míos, ahí lo tienen: tres argumentos que ponen en duda la veracidad de Moisés como autor del Pentateuco.
Por supuesto, estas no son las únicas inconsistencias que se encuentran dentro de las páginas de estos libros.
Por ejemplo:
¿Cómo es posible que el levítico le prohíba a un hombre contraer nupcias con la mujer de su hermano, después de la muerte de este, mientras que el Deuteronomio lo permite?
¿Por qué se mencionan poblaciones que no existían en los tiempos del Éxodo y que se fundaron mucho tiempo después?
¿Cómo es posible que el pueblo de Moisés haya podido subsistir tanto tiempo en el árido desierto?
En relación a esto, claro está, la Biblia dice que Dios les enviaba el maná desde el cielo. No obstante, si dejamos de lado esta explicación sobrenatural, es poco probable que hubieran sobrevivido en condiciones tan penosas.
En fin, estas son algunas de las inconsistencias que hacen dudar de la veracidad de Moisés.
¿Qué piensan ustedes?
¿Creen que Moisés fue un personaje real?
¿Creen que el gran patriarca escribió el Pentateuco?
Ahí les dejo los datos para que cada quien saque sus propias conclusiones.
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí.
Recuerda:
Suscríbete a mi boletín de noticias en iwokis.com y te regalaré algunos de mis libros sobre la felicidad.
Igualmente, al suscribirte, te enviaré contenido gratuito sobre la felicidad y los grandes enigmas y misterios del universo y suscríbete también a mi canal de YouTube.
Como siempre, les ha hablado su amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!