«Ummm… Algo no está bien aquí. Hay algo que no cuadra», exclamó Jairo, frunciendo el ceño. «¿podrías revisar esos números una vez más?»
«Y fíjate que ya lo he hecho mil veces» contestó Carlos, con la misma frustración y confusión que su compañero. Y luego puntualizó: «Habrá que pedirle ayuda a doña Vivian, porque esto no pinta para nada bien».
«Creo que tienes razón, amigo. Y ya conoces a la jefa. Probablemente nos dará uno de sus típicos sermones», dijo Jairo, mientras soltaba una carcajada.
Ambos hombres rieron con energía. No obstante, a pesar de la broma, era innegable que ambos le guardaban un profundo cariño y respeto a su jefa, doña Vivian.
Una mujer sabia y exitosa, quien a pesar de haber heredado la empresa de su abuela, doña Carmen, había sido ella quien la había convertido en uno de los negocios más exitosos a nivel nacional.
Doña Vivian había probado, más allá de cualquier duda, ser una mujer sagaz para los negocios. Una verdadera empresaria del siglo XXI.
En más de una ocasión había recibido premios y reconocimientos de todo tipo. Eso sin contar las innumerables apariciones en las portadas de las más reconocidas revistas de farándula y negocios.
Los dos hombres se encontraban frente a ella, a unos cuantos metros de su escritorio, sintiéndose algo nerviosos bajo la mirada inquisitiva de la patrona.
«A ver mis amores lindos, ¿a que debo la grata visita de sus bellas almas? ¿Cómo va ese proyecto en el que están trabajando? «, preguntó la jefa con toda la calma del mundo y sin dejar de escribir en los papeles que tenía sobre la mesa.
«Pues, este… Ahí vamos doña Vivían. Justamente, y esa es la razón de nuestra visita, tenemos un problemita que quizá usted podría ayudarnos a solucionar», exclamó Jairo con un tono de vergüenza, mientras se ajustaba la corbata.
Doña Vivian continuó escribiendo con su mirada clavada en los papeles, y luego dijo: «Ajá pues, ¿y qué será ese problemita que los ha hecho venir a buscar mi ayuda?»
A lo que Carlos, quien no había participado hasta el momento, respondió: «es que, según nuestro análisis de factibilidad comercial, hemos estimado un tamaño de mercado lo suficientemente grande para vender cien mil unidades del nuevo modelo de zapato para hombre que estamos desarrollando.
Hemos utilizado un análisis de series cronológicas y también el método barométrico para calcular las tendencias y efectuar pronósticos a largo plazo. El problema es que hay unas cifras que no concuerdan… «
Antes de que hubiese terminado la oración, doña Vivían, dejando de mirar por primera vez al papel y poniendo el bolígrafo sobre la mesa, los miró con agudeza y exclamó: «A ver mis amores los paro ahí. Vengan siéntense y les cuento una historia».
Los hombres se miraron el uno al otro, como diciendo: «aquí viene uno de los famosos sermones de la jefa».
Una vez acomodados y estando segura de que disponía de la completa atención de sus subordinados, doña Vivían comenzó: «vean mis amores lindos, cuando yo era una bella e inocente niña, andaba fascinada con las muñecas Barbie.
Todo lo que fuera de la Barbie lo quería tener. Así que un día, aprovechando que se acercaba mi cumpleaños, fui a donde mi padre y le dije: «papito, aquí está la lista de las cosas que quiero para mi cumpleaños ¿te la leo?»
A lo que mi hermoso y amado tata, que en paz descanse, respondió: «claro que sí mi tesorito, léeme esa lista muñeca preciosa»
Y fue ahí cuando pensé que me había hecho mi Navidad», exclamó doña Vivían, con una cara de felicidad y nostalgia que ninguno de los dos hombres había visto antes. Luego prosiguió: «bueno papi, aquí va: quiero una Barbie tenista, una Barbie enfermera y una Barbie ejecutiva.
También quiero el kit de maquillaje, la casa de playa, el carro deportivo y, como no, el muñeco Ken. Pero, eso sí, tiene que tener el vestido de playa también. Mejor dicho papi, para no aburrirte tanto, quiero toda la colección de Barbie. ¿Cierto que tú me la puedes regalar? »
Mi papá, que era un hombre muy sabio e inteligente, se quedo mirándome por unos segundos y después dijo: «mira chiquita preciosa, te voy a hacer un trato: si puedes ir desde nuestra casa hasta el parque en un solo paso, te regalo toda la colección»
A lo que yo, obviamente, exclamé enojada: «¡pero papi!, ¡eso es imposible! tú sabes que no se puede ir desde aquí hasta el parque en un solo paso. Se necesitan por lo menos 100 pasos. No… por lo menos 1000 pasos. ¡no es justo papi! ¡me estás haciendo trampa! »
Mi papá me sienta en su regazo y me dice: «mira pequeñita, así como es imposible ir desde la casa hasta el parque en un solo paso, también es imposible que yo te regale toda la colección. Si quieres ir al parque, debes ir paso a paso.
Y si quieres toda la colección de Barbie, también debes ir paso a paso. Cada paso te acercará más a la colección completa. Si obtienes la Barbie enfermera, ese es un primer paso. Si obtienes la casa de playa, ese es un segundo paso.
Y si luego obtienes el carro deportivo, ese será un tercer paso. Y así sucesivamente. No puedes tener toda la colección al mismo tiempo, porque eso sería como ir al parque en un solo paso. Lo cual, como tú dices, es imposible. Debes ir poco a poco, pasito a pasito. ¿Entiendes lo que te digo, chiquita?» «.
Doña Vivian hizo una pausa larga y soltó un profundo suspiro, como si todavía estuviese perdida en esas épocas mágicas de su niñez. Luego, volviendo en sí, se dirigió a sus subordinados y exclamó: «podrán imaginarse ustedes, mis amores, la tremenda pataleta que armé ese día.
Pues era muy pequeña para comprender lo que mi padre quería decirme. Sin embargo, con el pasar de los años, finalmente pude entender lo que mi tata me quiso decir aquel día. Hay que ir paso a paso, mis amores, pues no se puede llegar al parque en un solo paso»
La jefa se reclinó sobre su lujoso asiento ejecutivo y, tomando el bolígrafo en una mano, comenzó a darle vueltas. Luego prosiguió: «vean queridos, yo no creo en esos estudios de mercadeo que ustedes hacen.
Yo no sé por qué las nuevas generaciones quieren pintarme pajaritos en el aire con sus métodos barométricos y sus métodos delphi, y todas esas encuestas y sondeos que ustedes hacen.
Aquí todos los días vienen expertos a prometerme resultados mágicos y me muestran todo tipo de proyecciones y números. Pero, venga les digo una cosa mis amores: todo eso solo existe en teoría, pues en el papel todo se ve bonito y maravilloso.
Y créanme cuando les digo que yo ya tuve suficientes novios en mis años de juventud que me cuentearon a punta de papel. Eso me escribían cartas y poesías, en donde me prometían la luna y las estrellas, y mil cosas más. Y todo para que al final esos Don Juanes me salieran con un chorro de babas»
Fue entonces cuando una expresión de amargura se formó sobre el rostro de la jefa, como si hubiese recordado alguna experiencia poco agradable de su remoto pasado.
Una vez volvió en sí, continuó: «¿ustedes creen que voy a producir cien mil unidades de zapatos porque me muestran en un papel que hay suficiente mercado? ¡Nooo mis amores, no están ni tibios! El problema es que ustedes quieren llegar al parque de un solo paso.
Pero, como ya les explique, al parque no se llega de un solo paso. Antes hay que tomar cientos, sino miles, de pasitos más pequeños».
Doña Vivían se reclinó hacia adelante, puso el bolígrafo en la mesa de un golpe, y luego sentenció: «si ustedes quieren conquistar el mundo, primero hay que conquistar el continente. Y si quieren conquistar el continente, primero hay que conquistar el país.
Y si quieren conquistar el país, primero hay que conquistar la ciudad. Y si quieren conquistar la ciudad, primero hay que conquistar el barrio. ¿entienden lo que les digo, mis amores lindos?»
Los hombres agacharon la cabeza y asintieron algo apenados. Luego, Carlos exclamó: «sí señora, quiere que empecemos en pequeño»
A lo que doña vivían contestó, con voz fuerte y enérgica: «¡Bravo! ¡Aquí tenemos un hombre inteligente!», y luego prosiguió: «vean queridos, en lugar de producir cien mil unidades, vayan a la tienda principal y demuestrenme que pueden vender 10.
Y cuando vendan diez, demuestrenme que pueden vender 50. Y cuando vendan cincuenta, demuestrenme que pueden vender 100″.
La mujer volvió a reclinarse en su sillón, y con un tono más apaciguado, exclamó: «las metas grandes se construyen sobre la base de metas más pequeñas. ¿Quieren levantarse más temprano? En lugar de levantarse cinco horas antes, empiecen levantándose 30 minutos antes, o 20, o 10.
¿Quieren correr una maratón? Antes de inscribirse, comiencen corriendo una sola cuadra sin cansarse. ¿Quieren perder peso? No se pongan la meta de perder 30 kilos, pónganse la meta de perder apenas un kilo. Y cuando lo pierdan, pónganse la meta de perder dos kilos.
Y cuando lo hagan, pónganse la meta de perder tres. Y así sucesivamente. En lugar de decir: «voy a dejar de fumar de golpe», mejor digan: «voy a fumar solamente un cigarrillo al día». Y cuando cumplan esa meta, entonces digan: «voy a fumar solamente un cigarrillo a la semana».
Y si luego cumplen esa meta, entonces digan: «voy a fumar solamente un cigarrillo al mes». Y si siguen así, meta tras meta, les aseguro que finalmente alcanzarán la meta más grande. La última meta: dejar de fumar en su totalidad. ¿Entienden por donde van los tiros, mis amores?»
«Sí señora», exclamó un reflexivo y pensativo Jairo.
«Pues qué bien», prosiguió doña Vivian, absorta todavía en su discurso, «hay que ir pasito a pasito, mis amores. Un paso les permitirá dar el siguiente.
Y ese, a su vez, el que le sigue. Y aquel, a su vez, el otro que le sigue. Y con cada paso que den, se acercarán más a la meta. Cada paso hará que el parque se puede visualizar con mayor claridad».
La jefa se paró de su asiento, tomó su abrigo y, alistándose para irse, finalizó: «olvídense de los cien mil zapatos queridos. Vayan y demuestrenme que su modelo puede vender 50 pares. Y luego 100, y luego 500. Y cuando vendan 5000, ahí empezamos a hablar mis amores»
Y sin decir más, doña Vivian se dirigió con elegancia hacia la puerta y salió del recinto. Dejando tras de sí un aire impregnado con su perfume y su sabiduría.
«Y ves lo que te dije», le manifestó Jairo a su compañero, «que con razón esas cifras no cuadraban… »
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí.
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Como siempre, te ha hablado tu amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!