En el día de hoy vamos a hablar sobre los extraños sucesos que ocurrieron en la isla decepción.
Esta isla está localizada en las áreas circundantes de la Antártida. En el hemisferio norte del continente, para ser más exactos.
Es una de muchas islas que se encuentran en el lugar; y, además, está rodeada de muchas bases militares y centros de operaciones: como las bases de Machu Picchu, o la del presidente Eduardo Frei Montalva, o la del general Fernando O’Higgins, entre muchas otras.
Es preciso anotar que en esta zona se han establecido argentinos, chilenos, ingleses y norteamericanos.
A modo de curiosidad, esta isla tiene forma de dona (o de herradura, si queremos ser más exactos), y cuenta, más o menos, con alrededor de 17 km de largo y 15 km de ancho.
Es un volcán activo, uno de los tres que hay en la Antártida. Y posee un lago en todo su centro.
Debido a su morfología, el calor que emana del fondo del volcán calienta la superficie y lo convierte en uno de los pocos lugares de la Antártida que nunca se congela.
De hecho, es el único lugar de todo el continente en el que te puedes bañar tranquilamente en las aguas del mar.
El lago que tiene en su centro es un gigantesco cráter en donde el mar se cuela al interior de la caldera, por el lado suroeste.
Éste es un paso conocido como los “fuelles de Neptuno” y es la única manera de acceder en barco al interior.
Como el paso es muy estrecho, suele haber vientos muy fuertes y también hay rocas hundidas justo en el medio.
Así que cruzarlo, es una tarea que sólo deben emprender los capitanes más expertos.
Bueno, resulta que en julio de 1965 ocurrió un extraño fenómeno en esta isla.
Un avistamiento de ovnis, para ser más exactos. Todo comenzó el 3 de julio de 1965, en la base naval argentina “decepción”.
La cosa es que en una noche clara y de cielo estrellada, y con baja nubosidad, se avistó y se fotografió un enorme objeto en forma discoidal.
Este cuerpo celeste fue avistado por 17 personas, 14 pertenecientes al destacamento argentino y tres militares chilenos que estaban de visita, y que provenían de la base Aguirre Cerda.
El comandante de la unidad era el teniente de fragata Daniel Alberto Perisse; que, dicho sea de paso, tiempo después se convertiría en un destacado ufólogo, e integrante de comisiones investigadoras del fenómeno ovni.
Como, por ejemplo, la Comisión permanente de investigación del fenómeno ovni, la Comisión de investigaciones ufológicas y la Comisión directiva de la Federación Argentina de estudios de la ciencia extraterrestre.
Resulta entonces que aquel día, el teniente Perisse se comunicó con Buenos Aires, e informó por radio lo que estaba sucediendo.
Mientras tanto, los demás miembros del destacamento sólo se limitaban a utilizar sus prismáticos para observar con curiosidad al objeto desconocido.
Según los relatos de los testigos, el objeto emanaba una luz con apariencia sólida y de forma circular.
El perímetro parecía bastante borroso, y su parte central tenía tintes rojizos, mientras que los bordes emitían una variedad de gama de colores, que cambiaban entre amarillo, verde, anaranjado, azul y blanco.
Parece ser que el objeto no emitía sonido alguno y se estimaba que se encontraba a una altura entre 15 a 20 km.
El teniente Perisse calculó el tamaño del ovni entre 75 a 90 metros de diámetro. Es decir, casi tan grande como un campo de fútbol.
Se tomaron algunas fotografías de este cuerpo flotante.
Desafortunadamente, éstas salieron borrosas, de modo que no se podía saber si se trataba de una nave, o simplemente de una nube.
El meteorólogo Jorge Hugo Stanich, argumentó que no disponía con películas, ni con el equipo necesario, para tomar fotografías apropiadas de acuerdo a la escasa luminosidad que reinaba en aquel invierno antártico.
Adicionalmente, la distancia y los vientos intensos, tampoco ayudaron a que las fotos fueran de mejor calidad.
El avistamiento duró más o menos 1 hora. Durante este tiempo, el objeto se desplazaba lentamente, se detenía, emitía destellos y oscilaciones, desaparecía y reaparecía (tal vez por las nubes que cruzaba y atravesaba).
También se reportó que se movía en forma de zigzag y que a medida que se alejaba, su tamaño iba disminuyendo.
Otro dato curioso es que, mientras permaneció en el espacio, el objeto provocó problemas con los instrumentos que se utilizaban para medir el campo magnético del planeta.
Pero ese no fue el único avistamiento que ocurrió aquel día; hubo otro objeto que causó disturbios electromagnéticos en el barco chileno “punta Médanos”.
Cuando el objeto apareció, se dice que los instrumentos empezaron a enloquecer y las brújulas dejaron de señalar al norte.
El comandante Mario Jahn Barrera, jefe de la base chilena en la Antártida, declaró que aquello que él había visto era algo real, no era nada fantástico ni ninguna cosa producto de su imaginación.
Decía que aquello desprendía una luz verdosa, que cambiaba bruscamente de amarillo a naranja.
Además, volaba a baja altura por la parte norte de la isla, para quedarse inmóvil por 20 minutos y después, alejarse a gran velocidad.
Los británicos también fueron testigos del suceso. Ellos lo contemplaron desde su base y notaron una mancha luminosa, de apariencia extraña, que permaneció totalmente estática por 10 minutos.
Una de las cosas que destacaban era la ausencia de sonido y las variaciones de velocidad del objeto. Pues en un momento estaba estático, y de repente, salía disparado hacia el espacio.
El personal del destacamento Naval antártico Orcadas, también observó los objetos ese mismo día.
Según se dice, no se trataba sólo de un objeto, sino que llegaron a reportarse hasta cuatro cuerpos diferentes.
El que ellos observaron se encontraba, más o menos, entre 10 a 15 km de altura, y se movía en dirección noreste.
Sin duda, el avistamiento de estos sucesos fue un acontecimiento muy extraño.
Aún así, lo que ocurrió aquel 3 de julio de 1965, no es el único evento extraño que aconteció en aquellas lejanas tierras.
Entre los meses de junio, julio y agosto, ocurrieron muchos avistamientos entre las bases argentinas, chilenas e inglesas. Se reportaron seis casos durante el mes de julio, tres en junio, y uno en agosto.
Hay distintas hipótesis sobre lo que pudo haber sucedido en esos meses.
Como es de esperar, y ya típico en este tipo de sucesos, muchos le atribuyeron el fenómeno a nubes o globos satelitales, como el ECHO II.
Hasta se llegó a pensar en una psicosis colectiva. De todas formas, ninguno de estos argumentos resultó concluyente.
Se dice que el cabo Udalislao Durán Martínez, llegó a realizar hasta 10 tomas fotográficas. Sin embargo, cuando volvió a Santiago, en enero del 66, y develó sus películas, éstas quedaron en el olvido, como parte de una conspiración sin sentido.
El caso llegó a ser, incluso, reportado en los periódicos argentinos y creó una especie de histeria colectiva por esos meses.
No obstante, algunas centrales especializadas en el rastreo de satélites, explicaron que, el ya mencionado satélite estadounidense ECHO II, se había lanzado en enero de ese año, desde la base Venderberg, para ser utilizado en comunicaciones.
Se cree que fue ese artefacto el que se divisó sobre la isla decepción, pues se trataba de un globo gigantesco de plástico, aluminizado y muy reflectante.
La verdad yo no creo que estos avistamientos se hayan tratado de un globo o satélite artificial.
A ver, ¿Un satélite de casi 100 m de diámetro? ¿Un globo que emite colores blancos, amarillos, verdes, azules, naranjas y rojos? ¿Un satélite que tiene movimientos extraños, como, por ejemplo, quedarse estático por varios minutos, y luego salir disparado a grandes velocidades?
La verdad, lo dudo mucho. Yo si pienso que se trató de un auténtico y verdadero caso de avistamiento de ovnis.
Seguramente, el comandante Daniel Perisse es partidario de mi opinión, pues a raíz de este incidente, él se convirtió en uno de los ufólogos más reconocidos de la Argentina.
En los años 70 y 80 también se reportaron otros avistamientos, aunque nunca, como ese que se presenció en el año del 65, o “el año de los ovnis”, como se le ha llegado a conocer. Ahora bien, me gustaría compartir con ustedes un par de teorías muy interesantes al respecto.
La primera tiene que ver con que, estos ovnis estaban tratando de avisarnos de un potencial desastre natural, que iba a ocurrir en un futuro cercano.
Verán, unos años después, en diciembre de 1968, los sismólogos habían anunciado la inminente erupción del volcán en el carácter del lago.
Efectivamente, esta erupción aconteció y el personal de las bases tuvo que ser evacuado en helicópteros, para evitar ser devorados por las aguas hirvientes, los gases y el magma de la explosión.
Aquí es donde uno se pregunta, ¿podrían estos ovnis haber apareció en el lugar, para avisarnos de tal catástrofe? ¿Podrían ser fenómenos premonitorios?
Por otro lado, la segunda teoría no es tan amigable. Hay quienes piensan que los dos polos de la tierra, tanto el polo sur, como el polo norte, están interconectados por una red de túneles subterráneos.
Se cree que civilizaciones extraterrestres han establecido bases secretas en estos túneles.
La cuestión es que cuando en la Antártida se abren, de vez en cuando, grietas no naturales, debido a la actividad sísmica; entonces por ahí salen los ovnis a la superficie.
La teoría es que, obviamente, a los alienígenas no les hace ninguna gracia de que los humanos estén merodeando por el lugar, construyendo bases.
Así que se ha especulado que son estos mismos ovnis, los que crearon el sismo que sacudió a la isla en 1968. Simplemente, lo hicieron como una medida para que las bases del lugar fueran cerradas; y así, ahuyentar a los humanos.
En fin, son muchos los misterios que ocurren alrededor del continente de la Antártida. Son vastos y numerosos los avistamientos de ovnis y osnis que se han reportado en esta región, a lo largo de los años.
Quién sabe qué misterios estén ocultos en este fascinante continente; y que sólo los ovnis conocen, y nosotros no.
¿Y ustedes que creen, mis emprendedores de la felicidad? ¿Creen que se trató de un verdadero avistamiento de ovnis? Ahí les dejo el caso para que saquen sus propias conclusiones.
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí.
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Como siempre, les ha hablado su amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!