En el día de hoy vamos a tocar un tema muy interesante: el enigma de los murciélagos y los virus.
Para ser más exactos, la relación que existe entre estos dos peculiares y poco comprendidos seres.
Sin lugar a dudas, se trata de unas criaturas cargadas de muchos misterios e interrogantes. Para empezar, tendremos que definir, ¿qué es un virus?
¿Acaso se trata de seres vivos? Por años, la ciencia ha cambiado sus conceptos y opiniones sobre los mismos.
En un principio, se creía que se trataba de venenos, después se pensó que podían ser formas de vida y más tarde, se consideraron como simples químicos biológicos.
Aún hoy, los científicos se encuentran en un debate para tratar de decidir si se trata de entidades que están vivas o muertas. El caso es que no pertenecen a ninguno de los reinos de la vida. No son animales ni vegetales, tampoco hongos ni protistas, y tampoco bacterias. Entonces, ¿qué son?
Según los científicos, los virus son esencialmente ácidos nucleicos (bien sea de DNA o RNA) contenidos en una capa de proteína. Debido a esta definición, muchos creen que los virus son entidades químicas, en lugar de organismos vivos.
En efecto, los virus no satisfacen muchas de las condiciones que se necesitan para que una entidad sea considerada como un organismo vivo. Por ejemplo, los virus no tienen metabolismo, ni tampoco excretan sustancias tóxicas. Características que se estiman esenciales de todos los organismos vivos.
No obstante, los virus infectan una célula y la utilizan para fabricar más virus. Es decir que, en cierto modo, los virus cumplen una de las funciones básicas de todo organismo vivo: la reproducción.
Adicionalmente, los virus pueden adaptarse a las condiciones cambiantes del medio ambiente. Una característica que usualmente se asocia solamente con organismos vivos.
Es por esta razón que los virus viven en un área gris entre la vida y la muerte. Unas entidades que no cumplen a cabalidad todas las características propias de los seres vivos, pero que si cumplen algunas de ellas. Obviamente, determinar si los virus están vivos o no, depende mucho de la definición que le otorguemos al concepto de «vida».
Por otro lado, y dejando a los virus de lado, tenemos a los murciélagos. El único mamífero capaz de volar y cuya variedad alcanza más de 1300 especies. Un animal que se alimenta de sangre y cuyos excrementos se utilizan para fabricar pólvora y fertilizantes.
Además, este mamífero volador posee uno de los sistemas de eco localización más avanzados del planeta y, por si esto fuera poco, cumplen varias funciones ecológicas esenciales, como la dispersión de semillas y la polinización, y la supresión de varias plagas de insectos.
Ahora bien, existe una relación bastante curiosa e interesante entre los virus y los murciélagos. Resulta que estos últimos son una máquina incubadora y generadora de los primeros.
Me explico: los murciélagos son portadores de más de 100 de las enfermedades más peligrosas del mundo, entre las cuales se encuentra el covid-19, el Sars, el ébola, el Mers, el Marburg y la rabia.
No obstante, lo interesante es que estos mamíferos son inmunes a todas estas enfermedades. ¿Por qué sucede este llamativo hecho? La respuesta se encuentra en el increíble sistema inmunológico de estos animales.
Verán, los murciélagos, al igual que los humanos, poseen unas proteínas llamadas interferones. Una de las funciones de estas moléculas es crear una barrera protectora alrededor de la célula, para evitar que los virus entren en ella.
Sin embargo, por alguna razón desconocida, los interferones de los murciélagos funcionan mucho mejor que los de los seres humanos. Ciertamente, mientras que los interferones de estos animales bloquean efectivamente el paso de los virus a través de la membrana celular, nuestros interferones no tienen, ni de cerca, la misma efectividad ni velocidad de respuesta.
Estos animales no se ven afectados por las enfermedades virales debido a que sus interferones son muy eficientes en proteger sus células de la acción dañina de los virus.
En efecto, los científicos creen que los robustos sistemas inmunológicos de estos animales son producto de su condición de ser el único mamífero volador.
Así pues, parece ser que cuando los murciélagos vuelan someten su cuerpo a unas condiciones de estrés increíblemente fuertes. Estas tensiones producen unas altas tasas metabólicas que pueden generar muchos daños en los tejidos, a través de los radicales libres.
Por lo tanto, los murciélagos necesitan mecanismos especiales para erradicar estas moléculas destructivas. Estos mecanismos de protección les proporcionan a los murciélagos dos ventajas específicas.
En primer lugar, les evita cualquier daño por inflamación. Y, en segundo lugar, sus sistemas inmunológicos pueden blindar efectivamente la célula contra la acción dañina de los virus.
Lo paradójico de todo esto es que, mientras los murciélagos no se ven afectados por los virus, estos si pueden vivir, replicarse y hacerse mucho más fuertes dentro de sus huéspedes.
Esto obviamente genera un problema porque, cuando los virus salen de los murciélagos y se introducen en animales con sistemas inmunológicos más débiles, como nosotros, naturalmente no se les puede hacer frente.
Se podría decir que, extrañamente, es como si existiera una relación bilateral y de mutuo beneficio entre los murciélagos y los virus.
O sea, mientras estos mamíferos voladores no se ven afectados por la acción dañina de los virus. Éstos, a su vez, encuentran las condiciones ideales, dentro del organismo de los murciélagos, para replicarse y volverse más fuertes.
Casi como si se tratara de una broma del destino, o una terrible coincidencia, la cuestión es que los murciélagos se han convertido en una máquina incubadora de virus, por excelencia.
Ahora, esto no quiere decir que debamos mirar con odio a estos animalitos porque, así como pueden ser las máquinas procreadoras de los virus más peligrosos, también pueden tener la clave para la protección y la erradicación definitiva de muchas enfermedades.
Por consiguiente, la ciencia tiene un arduo trabajo por delante, pues tendrá que investigar y aprender mucho sobre el sistema inmunológico de estos mamíferos, para entender cómo éstos pueden proteger las células y, al mismo tiempo, evitar los efectos dañinos de las inflamaciones.
Como siempre digo, la naturaleza supera con creces nuestros conocimientos científicos y nos lleva varios pasos de ventaja en desarrollo tecnológico.
Para la muestra, un botón. Como muchos de ustedes sabrán, ya existen algunos medicamentos basados en el interferón, que tratan de imitar los mismos sistemas de protección que poseen los murciélagos.
Pero, ¿cuál es el problema? La cuestión es que estos fármacos generan muchos efectos secundarios nocivos para nuestra salud. Por ejemplo: fiebre, náuseas, vómito, diarrea, pérdida de apetito, problemas para dormir, dolores musculares, depresiones, anemia, problemas de la tiroides, sangrado, derrames cerebrales y ceguera, entre muchos otros.
Éste es el dilema que siempre ocurre con nuestra ciencia médica.
Los científicos, en su afán de buscar curas para las enfermedades, desarrollan mecanismos para llevar a cabo ciertas funciones específicas (por ejemplo, tratar de imitar la protección de los interferones de los murciélagos).
El inconveniente se presenta cuando, la solución creada, genera una serie de desórdenes y desbalances en el organismo, que los científicos nunca pudieron prever.
¿Cuál es la conclusión de esto? Pues que la naturaleza, como siempre, es mucho más sabia, sagaz e inteligente que las mentes de nuestros científicos más brillantes.
Para mí esto no es de extrañar porque, a diferencia de lo que muchos hombres de ciencia creen, la naturaleza no se ha creado por azar, sino que, detrás de ella, se encuentra la inteligencia de una «super conciencia».
A la cual usualmente nos referimos como «Dios».
Evidentemente, éste complejo tema lo analizaremos en videos posteriores. Por ahora, sólo quiero que piensen en el contenido que expusimos aquí. Les invito a que reflexionen sobre esta deslumbrante máquina incubadora de virus y a que se hagan la siguiente pregunta:
¿Es acaso un capricho del destino convertir a los murciélagos en organismos capaces de resistir el ataque de los virus y que, al mismo tiempo, les permite a estos últimos prosperar y hacerse más fuertes dentro del cuerpo de sus huéspedes? ¿Es esto una simple casualidad?
Yo no creo en coincidencias. Así que pienso que la relación entre virus y murciélagos ha sido planeada deliberadamente por una «super conciencia», por alguna razón y con el objetivo de llevar a cabo algún propósito que desconocemos.
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí. Les invito a que se suscriban a mi página y a mi boletín de noticias en iwokis.com. Como siempre, les ha hablado su amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!