En el día de hoy, vamos a hablar del incidente del bosque Rendlesham, uno de los casos ovnis más famosos y documentados de todo el Reino Unido.
Muchas personas claman haber sido testigos de avistamientos ovni. El problema es que, en la mayoría de los casos, las únicas evidencias son los testimonios de estos individuos. Debido a que estas personas hacen parte del común de la población, sin realmente tener mucho que perder, sus historias se hacen un poco menos creíbles.
Esto no significa que sus historias sean falsas, en lo absoluto. Simplemente, significa que sus relatos son un poco más difíciles de aceptar; pues, en últimas, dependemos totalmente de la palabra y la buena fe de los testigos.
No obstante, lo que separa al incidente del bosque Rendlesham de otros casos ovni, es que en este caso los testigos son militares de la Fuerza Aérea norteamericana, lo cual le da mucho más fuerza y credibilidad a la historia.
Ahora, quiero que pienses en esto por un momento. Imagínate las consecuencias que pueden existir para estas personas el estar divulgando historias de ovnis.
No solamente su reputación se puede ver afectada, sino su carrera también. Al hablar de estas cosas, esta gente corre el riesgo de ser ridiculizada y despedida de sus trabajos. Ciertamente, el riesgo que corren es bastante grande.
Por eso es que este caso pasará a la historia como uno de los más creíbles en todos los anales de la ufología. Muchos militares, entre ellos un coronel, fueron testigos de esta alucinante crónica y, por si fuera poco, hasta un senador de los Estados Unidos se vio involucrado. Sin duda, debido a la gran relevancia de los actores involucrados, tenemos muy buenas razones para creer que este caso fue fidedigno.
Sin más preámbulos, empecemos por el principio de la historia. Todo se remonta a un 26 de diciembre de 1980, en las entrañas del bosque de Rendlsesham.
Resulta que este bosque se encuentra, aproximadamente, en la mitad de dos bases aéreas norteamericanas, llamadas Woodbridge y Bentwaters, localizadas en el condado de Suffolk, Inglaterra. A pesar de que las bases están ubicadas en territorio inglés, todo el personal que trabaja allí es norteamericano.
A eso de la medianoche, de aquel 26 de diciembre, unas luces extrañas se vieron sobrevolando la región, para luego desaparecer en algún lugar del bosque de Rendlesham.
Las luces fueron vistas por muchos guardias militares y también fueron captadas por los radares de la base. Por lo tanto, una unidad militar fue despachada al lugar para que investigara.
En un principio, se pensó que se trataba de una aeronave que se había estrellado. Sin embargo, cuando los soldados llegaron al lugar de los hechos, se toparían con algo que no olvidarían jamás.
Allí, en medio del bosque, se encontraron con una pequeña aeronave de forma triangular, que emitía luces de manera intensa.
Según las descripciones de los reclutas, el objeto tenía aproximadamente 3 m de ancho, 2.5 metros de alto y poseía tres extremidades, o patas, por así decirlo.
La aeronave aterrizó suavemente y se depositó allí por algunos instantes. En medio de su aterrizaje, los testigos cuentan que el objeto raspo algunos árboles, dejando algunas hendiduras y quemaduras en ellos. Entre los soldados que dieron fe de este acontecimiento, se encontraba el oficial de primera clase John Burroughs y el sargento Jim Penniston, quienes fueron los que más se acercaron al extraño objeto.
Cuentan estos hombres que, cuando empezaron a acercarse a la aeronave, ésta empezó a despegar lentamente del suelo y a maniobrar suavemente por entre las ramas de los árboles.
Cuando el objeto finalmente superó las copas de los mismos, aceleró a una velocidad inimaginable, para perderse en la inmensidad de la noche.
Es preciso anotar que, tanto el señor Burroughs como el señor Penniston, eran oficiales con altos conocimientos en aeronaves, pues por algo trabajaban para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Es por esa razón que, cuando ellos dicen que aquello que vieron era algo que jamás habían visto antes, podemos creerles con toda seguridad.
Parece ser que, cuando esta enigmática aeronave salió disparada por los cielos, los hombres que se encontraban más cerca perdieron el conocimiento.
Al volver en sí, los aturdidos y anonadados oficiales regresaron a la base para contar su magnífica y extraordinaria experiencia.
Obviamente, y como era apenas de esperar, los altos mandos tuvieron bastantes problemas para digerir y aceptar esta información. De todas maneras, y afortunadamente para los hombres, éste no sería el final de la historia.
Resulta que, al cabo de unos días, el 28 de diciembre de 1980, se estaba celebrando una fiesta de Navidad en la base. En medio de la fiesta y el jolgorio, un joven oficial abre las puertas de repente para irrumpir en la celebración. El muchacho se acerca al comandante encargado de la base, el coronel Charles Halt, para informarle de que el supuesto ovni había regresado.
El coronel, quien era un hombre incrédulo, de esos que se ceñía al pie de la letra a los protocolos y a las reglas, organiza rápidamente una brigada para ir a investigar el suceso.
El mismo coronel decide desplazarse hasta el lugar para, de una vez por todas, llegar a la raíz del fenómeno y desenmascarar esta maraña sin sentido. Dicho y hecho, dos unidades militares salen rumbo al bosque para investigar.
Como ya lo mencionamos, el coronel Halt era un hombre muy rígido, de aquellos que se ciñe estrictamente a las normas. Por lo tanto, lleva consigo una grabadora de audio para registrar todos los eventos, en la medida en la que estos vayan aconteciendo. Ésta era una práctica normal para el coronel, pues era su costumbre registrar todos sus pensamientos y reflexiones en una grabadora.
La docena de hombres que conformaban la brigada se dirigieron al lugar en donde, John Burroughs y Jim Penniston, habían constatado que el ovni había aterrizado.
Allí, además de ver las marcas de raspaduras en los árboles, también pudieron observar las tres huellas de las patas que la aeronave había dejado sobre el terreno.
Según los reportes oficiales, las huellas tenían alrededor de 4 cm de profundidad sobre la nieve, así como 18 cm de diámetro. Adicionalmente, también se llevaron a cabo mediciones de radiación.
Los resultados arrojaron unas lecturas superiores en los lugares en donde el ovni entro en contacto. Es decir, los niveles de radiación eran mayores en las depresiones y en las zonas de las hendiduras en los árboles, que en el resto de los alrededores.
Según estos mismos reportes el objeto que vieron los oficiales Burroughs y Penniston era de apariencia metálica, e iluminaba todo el bosque con una intensa luz blanca.
Además, poseía una luz roja pulsante en la parte superior y emitía luces azules en la parte inferior. Otro punto interesante que se puede leer en los reportes es que, cuando la nave arrancó a toda velocidad, los animales de una granja cercana entraron en un estado de excitación extrema.
Siguiendo con la historia, resulta que mientras el coronel Halt y sus hombres se hallan estudiando las evidencias, el ovni vuelve a hacer acto de presencia.
Lo primero que hace el coronel es preguntarle al sargento Nevilles, otro de los oficiales que acudió al lugar, qué diablos es aquello que están viendo.
A lo que el sargento le responde que no sabe. Recordemos que estos hombres eran oficiales de la Fuerza Aérea, así que para que digan que no saben qué es aquello que están viendo, ciertamente debió haber sido algo excepcional.
El mismo coronel Halt describe aquello que estaba viendo como una luz pequeña y extraña de color rojo, que se encontraba aproximadamente a medio kilómetro de distancia.
En algún momento, la luz desaparece y el coronel le pregunta al sargento Nevilles si ha regresado, a lo que le contesta que sí. Acto seguido, el coronel vuelve a divisar la luz y dice que, sin lugar a dudas, se trata de una extraña luminiscencia de color rojo que parpadea intermitentemente.
El sargento Nevilles comenta que también ve destellos de luz amarilla. Ante lo cual, el coronel le asegura que él también puede verlos. A continuación, el coronel le pregunta al sargento si no cree que la luz, además de estarse haciendo cada vez más brillante, asimismo se está acercando hacia ellos.
Cosa que igualmente es ratificada por el sargento. Adicionalmente, el coronel empieza a narrar que la luz está empezando a despedir pedazos de sí misma. ¡Un fenómeno que le parece increíblemente extraño!
Durante todo este tiempo, el coronel Halt sigue detallando y registrando en su pequeña grabadora todos los sucesos, en la medida en la que estos van ocurriendo.
Acto seguido, los hombres empiezan a dirigirse lentamente hacia el lugar de donde emanaba esa extraña luz. Al estar, más o menos, a 150 metros de distancia, el coronel empieza a describir al ovni como una especie de ojo que hace guiños y que se mueve de lado a lado.
El coronel dice que ese extraño ojo parece tener un centro hueco y oscuro, y que la luz que emite es bastante brillante.
Debemos hacer hincapié en que el coronel estaba observando esta cosa con un «starscope», que es como una especie de monocular, parecido a un telescopio. Parece ser que, observar el objeto con este instrumento, ¡casi que le quemaba los ojos!
Otro punto interesante es que el ovni parecía moverse de manera inteligente, pues iba esquivando las copas de los árboles, sin chocar con ellos. El objeto subía y bajaba, y también se movía hacia los lados.
El coronel decide acercarse aún más, pero en la medida en la que se acercaban al objeto, éste empezaba a retroceder. Una prueba más de que el ovni se movía de forma inteligente.
Es en este punto en donde, otro oficial, el sargento Ball, reporta que un segundo objeto se encuentra a la derecha, apartándose también.
Los dos ovnis se dirigían hacia el norte, pero de repente cambian su dirección y empiezan a dirigirse hacia donde ellos se encontraban. El coronel sigue registrando todos estos acontecimientos en su grabadora, y continúa narrando que la luz que emitían esos objetos era tan potente, que se reflejaba fuertemente sobre una granja que se encontraba en las cercanías. De hecho, la luz era tan intensa, que parecía que la casa se estuviera incendiando.
Algunos instantes después, uno de los objetos empezó a emitir un haz de luz hacia el suelo. Toda la experiencia era, en palabras del coronel Halt, «surreal».
El ovni también empezó a despedir una especie de metal fundido, algo así como unas chispas. Al final, todo esto explota en un montón de objetos blancos y todas las luces desaparecen instantáneamente.
Lo interesante de todo este relato, es que el coronel era uno de los hombres más escépticos en relación a esta historia. No obstante, cuando él mismo tiene la oportunidad de presenciar los acontecimientos, no tiene otra alternativa que mostrarse sorprendido y confundido sobre lo que está viendo.
Una de las grandes confesiones del coronel Halt es que, en cierto modo, le hubiera gustado nunca haberse visto involucrado en este caso; pues, según sus propias palabras, nadie le iba a creer lo que había presenciado.
Evidentemente, como es costumbre en estos casos, las autoridades oficiales tratan de mantener todo en el mayor secretismo posible, ocultando en gran medida el considerable número de pruebas y evidencias que existen: ramas de los árboles rotas, quemaduras en los troncos de los mismos, niveles de radiación más altos que lo normal, testimonios de docenas de testigos, reportes, fotografías y audios. Todo con el objeto de encubrir la verdad.
Otros puntos importantes de mencionar son los siguientes:
Muchas de las personas que fueron testigos de estos acontecimientos presentaron problemas de salud posteriormente. Se especula que, en efecto, los niveles de radiación que despedían los ovnis pudieron haber sido los responsables de estos inconvenientes.
En muchos de los reportes, se dice que los testigos pudieron haber sido expuestos a radiación UAP por periodos más largos de lo normal.
De hecho, los militares tuvieron que pagarle los gastos médicos a un hombre que estuvo presente en el lugar de los hechos, y de quien no sabemos su identidad. Un veterano que tuvo que ser dado de baja permanentemente por discapacidad. Esto estaba originalmente en un documento clasificado, pero que posteriormente se volvió de dominio público.
Hasta un senador de los Estados Unidos se involucró en este alucinante incidente. Precisamente, se trataba del senador McCain, quien lanzó una investigación masiva y secreta sobre el suceso.
Muchas cartas fueron enviadas por este hombre al departamento de asuntos de veteranos, diciendo que, si no hacían algo para liberar la información y proporcionarle al hombre enfermo las ayudas adecuadas, él personalmente iba a tomar cartas en el asunto.
Muchas personas escépticas han dicho que, aquello que vieron los militares esa noche, simplemente fue la luz de un faro cercano o las luces de un automóvil de policía. Esto me parece total y absolutamente ridículo porque es completamente impensable que, oficiales militares entrenados, no puedan distinguir entre las luces de un faro o un automóvil.
Además, ¿qué luces de faro, o de automóvil, pueden comportarse en la manera previamente descrita? Obviamente, ¡ninguna! Bueno, vamos a dejarlo hasta aquí. Sin duda, mis emprendedores de la felicidad, éste es uno de los casos ovnis más fascinantes de la historia.
No olviden suscribirse a mi canal de youtube y a mi boletín de noticias. Como siempre, les ha hablado su amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!