Una de las cosas que la gente se pregunta con más frecuencia es: ¿cuál es la clave de la felicidad?
Siempre he dicho que la felicidad es el Santo Grial de la humanidad. Todos la quieren, todos la buscan, todos la añoran.
No obstante, son pocos los que realmente la consiguen.
¿Porque es tan difícil ser feliz? ¿Acaso existe una manera para alcanzar la tan esquiva felicidad?
Esto es lo que veremos en el artículo del día de hoy.
El ser humano va aprendiendo más cosas en la medida en que madura y se hace más viejo. Va adquiriendo más sabiduría.
Cuando era joven tenía los típicos sueños de juventud. Es decir, obtener el éxito a como diera lugar. Quería hacerme millonario, cambiar el mundo y revolucionarlo.
En esos años jóvenes mi enfoque hacia la felicidad era mucho más superficial:
La felicidad consistía en atesorar cosas, en obtener bienes materiales, en alcanzar el éxito.
En la sociedad moderna nos inculcan que no se puede ser feliz a menos que se tenga éxito en la vida.
El problema es que el «éxito» se mide en términos de dinero y notoriedad en el ámbito laboral, personal y físico.
En este mundo creemos que aquel que tiene éxito debe tener dinero. Es el individuo que tiene mansiones, automóviles de lujo, relojes de oro y ropa exclusiva.
En este mundo creemos que aquel que tiene éxito tiene buen trabajo y ha realizado una próspera carrera. Es el individuo que ha llegado a ser presidente, gerente, jefe o empresario exitoso.
En este mundo creemos que aquel que tiene éxito tiene una bella esposa, o un esposo guapo, y unos hijos atractivos.
En este mundo creemos que aquel que tiene éxito debe tener un físico atlético y envidiable. Es el individuo que posee una salud de hierro.
La creencia popular es que el individuo que posee todas estas cosas ha logrado alcanzar el éxito y, por lo tanto, debe ser feliz. Tiene que ser feliz.
En parte, Hollywood es el gran culpable de que tengamos este estereotipo. Pues en las películas siempre nos están hablando de «ganadores» y «perdedores».
El «ganador» es aquel que ha alcanzado todas las cosas que mencionamos anteriormente. El «perdedor», por su parte,es aquel que ha fracasado en alcanzarlas. Es aquel que no tienemansiones, nicarros, ni mujeres hermosas, ni hijos de comercial de televisión, ni el físico de un atleta profesional.
Aún así, y esto es lo que hace interesante a la vida, la realidad es mucho más compleja de lo que las películas nos hacen creer.
En la realidad vemos personas con mucho dinero y que, sin embargo, son miserables.
En la realidad vemos personas con atractivos cónyuges y hermosos hijos que, paradójicamente, no se sienten felices.
En la realidad vemos personas guapas y con buena salud que, aún así, sienten grandes vacíos en sus vidas.
¿Por qué ocurre esto? ¿No se supone que deberíamos ser felices si obtenemos todo el éxito que el mundo nos puede ofrecer?
La respuesta, dicha de manera sencilla, es porque la realidad es más compleja que la ficción.
Hay que entender una cosa:
Vivimos en un mundo imperfecto.
Nosotros mismos somos seres imperfectos.
Por consiguiente, en un mundo imperfecto no se puede tener todo lo que se desea. Se tendrán algunas cosas, pero siempre se carecerán de otras.
Este fenómeno lo podemos apreciar en todos los rincones de la sociedad:
El que tiene dinero, no tiene amor; el que tiene amor, no tiene salud;el que tiene salud, no tiene paz; etc.
Es muy difícil obtenerlo todo en esta vida. Y, para colmo de males, si alguien lo obtiene todo, entonces no será para siempre. Pues nada es eterno en este mundo. Todo termina, todo perece.
Fijémonos que cuando digo que «nada es eterno», me refiero a que «nada es eterno en este mundo». Poniendo el énfasis en «este mundo».
Porque si hay cosas eternas. Por ejemplo: Dios es eterno, y nosotros mismos también somos almas eternas.
No obstante, en el mundo material en el que vivimos, nada es eterno.
Si tienes dinero, lo dejarás atrás el día que mueras.
Si tienes una bella familia, la puedes perder si no pones cuidado en mantenerla.
Si eres guapo y atractivo,tu apariencia se desvanecerá con el tiempo, en la medida en que envejezcas.
Si tienes una salud de hierro, se puede deteriorar en cualquier momento.
Es por eso que el «éxito», tal cual lo define el mundo, es pura vanidad. No es más que un sueño efímero.
Esto lo sabía Jesús a carta cabal.
En su célebre sermón del monte, el gran maestro alguna vez dijo:
«No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban.
Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben.
Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón».
Es aquí, mis amigos, donde reside la clave de la felicidad.
Hay que saber en dónde poner la atención. Hay que saber en dónde invertir.
Nadie pone su dinero en un banco que va a quebrar. Nadie invierte en un negocio que está condenado al fracaso.
Sin embargo, esto es exactamente lo que hacemos: poner nuestro énfasis en las cosas materiales de este mundo perecedero y pasajero.
El cielo, en contraste, es un lugar eterno,un lugar que no perece. Pues como decía Jesús, allí no hay polilla ni herrumbre que consuma, ni ladrones que perforen y roben.
El cielo es el lugar en el que hay que invertir. Es el lugar en el que hay que poner el énfasis y la atención.
En el cielo podemos obtener, de una manera sencilla,todas las cosas que necesitamos para ser feliz. Y podemos mantenerlas por toda la eternidad.
Esto no se puede decir del mundo en el que vivimos.
Fijémonos en lo siguiente:
En este mundo todo es difícil de obtener.
¿Quieres ser millonario? Tendrás que trabajar muy duro para lograrlo. O, lo que es peor, tendrás que esclavizar a otros para que trabajen muy duro por ti.
¿Quieres tener buena salud? Tendrás que tomar un montón de cuidados y, sin embargo, en cualquier momento una enfermedad, o un accidente, puede acabar con tus ilusiones.
¿Quieres ser joven y guapo? Tal vez puedas serlo por una época, pero,eventualmente, el tiempo terminará ganándote la batalla. Morirás y tu cuerpo se descompondrá. Al polvo habrás de regresar.
Si nos esforzamos por obtener «tesoros en este mundo», como decía Jesús, no solamente tendremos que luchar muy fuerte por obtenerlos, sino que, al final, terminaremos perdiéndolos el día en que muramos.
Por eso mi consejo es el siguiente:
Hagamos como Jesús recomendó: «acumulemos tesoros en el cielo», porque allí nunca desaparecerán. Allí siempre serán eternos.
«Acumular tesoros en el cielo» es la definición de una buena inversión. Es emplear sabiamente nuestros esfuerzos, nuestra energía y nuestro tiempo. Es invertir en algo que no pasará, en algo que no caducará.
Ahora viene la parte interesante:
¿Cómo hacemos para «acumular tesoros en el cielo»?
La respuesta es muy sencilla: ¡Hay que evolucionar! ¡Hay que ascender! ¡Hay que aprender!
Aprender, evolucionar y ascender es la clave.
Mucha gente cree que sólo se vive una vez. Y después, o se va al cielo, o se va al infierno.
Desafortunadamente, las cosas no son tan sencillas. Pues nadie puede adquirir un nivel de evolución tan alto en una sola vida. Nadie puede tener un nivel de consciencia tan elevado como Jesús viviendo sólo una vez.
La perfección se logra con el tiempo. Es un camino largo y tortuoso para el alma. Hay muchas lecciones que aprender, muchos karmas que pagar.
El propósito de las almas es ascender hacia el paraíso, hacia el cielo, hacia Dios. La idea es algún día fusionarse con la fuente.
La manera más fácil de ascenderla estableció, una vez más, Jesucristo: practicando la filosofía del amor incondicional hacia el prójimo.
La clave del ascenso estáen respetar las leyes de la ética y la moral. El secreto está en convertirse en un hombre de bien, enuna mujer llena de virtud. El secreto radica en ser honestos, correctos y transparentes en todas nuestras acciones y palabras.
Esto, obviamente, no es fácil. Pero allí está la clave.
«Amar al prójimo como a sí mismo» no es una tarea sencilla. Ni de lejos. Pero es la clave para evolucionar y ascender hacia mundos más amigables.
Con esto no estoy diciendo que no debamos esforzarnos por obtener cosas valiosas en este mundo.
No estoy diciendo que no debamos esforzarnos por obtener dinero, desarrollar nuestra carrera, proteger nuestra salud, cuidar de nuestro físico, y buscar personas maravillosas con las cuales compartir la vida.
Eso no es lo que estoy diciendo.
Lo que estoy diciendo es que, por encima de esas cosas, debemos primero buscar el ascenso y la evolución de nuestra alma.
Primero debemos hacernos mejores personas, aprender todas las lecciones que necesitamos, y pagar todos nuestros karmas y deudas.
Primero debemos aprender las reglas y las leyes que rigen el universo, tanto espiritual como físico, y luego debemos actuar en armonía con ellas. Sobre todo, en armonía con la ley más importante de todas: la ley del amor.
Hacer esto siempre tendrá prioridad por encima de «buscar el éxito» en este mundo. Pues ya sabemos que ese «éxito» es efímero y pasajero.
Lo inteligente siempre será buscar el éxito en donde dijo Jesús: en el cielo. Es decir, en mundos más desarrollados que el nuestro. En universos más evolucionados. En dimensiones de más alta vibración.
En mi opinión, ¡esta es la clave de la felicidad!
Este es el consejo más importante que les puedo proporcionar para obtener esa esquiva felicidad.
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí.
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Como siempre, te ha hablado tu amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!