Hoy hablaremos sobre un caso muy extraño de una supuesta posesión demoníaca. Indagando un poco por Internet y buscando en la literatura de mis archivos, me topé con este caso que me llamó mucho la atención.
Ahora, antes de continuar, me gustaría aclarar que yo siempre he sido algo escéptico sobre estas cosas de posesiones y exorcismos. Y más adelante les diré la razón.
Bueno, pero entremos en materia. Este caso le ocurrió a una chica española llamada Marta. Obviamente, Marta es el seudónimo que utilizaremos para proteger la identidad de la chica.
La historia comienza más o menos en el año 2000. Y todo el relato es narrado por el padre José Antonio Fortea, quien, además, publicó esta crónica en agosto del 2004. Según su testimonio, él está completamente seguro de que sucedió.
La historia comienza cuando la joven, que por ese entonces estaba estudiando ciencias en la universidad, contrae una extraña enfermedad. Como es de esperar, la madre (como toda buena mama) hace lo que cualquier persona haría en esa situación: llevarla al hospital.
La chica ingresa con condiciones de salud muy graves y permanece al borde de la muerte durante 12 días. Durante todo ese tiempo, y como es lógico, la joven permanece bajo observación en el hospital. Mientras tanto, su madre no hacía más que rezar y rezar por la salud de su hija.
La cosa es que la muchacha parece recuperarse, por lo que le dan de alta del hospital y le dan permiso para irse de nuevo a su casa. Hasta aquí, todo parece normal. Sin embargo, es a partir de este punto donde las cosas empiezan a ponerse un poco bizarras.
Como normalmente suele ocurrir en estas situaciones de posesiones y casas embrujadas, las cosas empiezan en una escala pequeña.
Pequeños ruidos aquí y allá, objetos que aparecen en sitios donde uno juraría no haberlos dejado. En fin, cosas demasiado triviales como para realmente ponerles atención.
Buen, como iba diciendo, al principio no pasó nada raro. Pero en la medida en la que iban transcurriendo los días, empezaron a aparecer ruidos y crujidos extraños en toda la casa.
Las cosas se fueron poniendo un poco más tétricas cuando la madre empieza a notar en su hija comportamientos y reacciones extrañas que no eran normales de ella.
Por ejemplo, la madre empezó a tener discusiones con su hija porque ésta se rehusaba a ir a misa. Además, la chica mostraba mucha animadversión hacia todas las cosas religiosas. Se decía que cuando la madre empezaba a rezar, la chica empezaba a bostezar.
Y de hecho, la madre cuenta que un día notó una mirada aterradora que jamás había visto en su hija.
Las cosas empezaron a ir de mal en peor, pues la chica ya no podía concentrarse en sus estudios. Adicionalmente, era presa de dolores punzantes y repetitivos en diferentes partes del cuerpo. Dolores que se concentraban sobre todo en la cabeza.
Pero tal vez el suceso más aterrador sucedió un día en que ambas mujeres se encontraban en el salón de la casa. Cuenta la madre que, de un momento a otro, y repentinamente, su hija se quedó inmóvil, en un estado de trance total.
Acto seguido, y ante los ojos aterrorizados de la pobre madre, la silla en donde se encontraba la chica comenzó a levitar. Se empezó a levantar del suelo con la muchacha sentada en él.
Imagínate esa escena, ¿qué harías si un ser querido, o alguien, de repente entra en estado de trance y comienza a flotar por el aire sin causa aparente, desafiando todas las leyes de la física? Sin duda, al igual que la madre, lo más probable es que entrarías en un ataque de pánico e histeria.
Después de semejante escena, la madre tuvo la completa seguridad de que, fuera lo que fuera que le estuviera sucediendo a su hija, esto era algo que no se iba a arreglar con medicinas tradicionales.
Fue en este punto en donde la madre empezó a sospechar que su hija estaba poseída por algún tipo de entidad demoníaca. A partir de entonces comienza un viacrucis eclesiástico.
La madre intenta acudir al obispo de su diócesis. Sin embargo, éste no quería saber absolutamente nada del caso, y termina cerrándole la puerta en la cara. Solamente se limitó a decirle que fuera a donde un psiquiatra.
Efectivamente, la madre lleva a su hija a donde un psiquiatra. Después de muchas examinaciones, el doctor escribió un informe indicando que la chica se encontraba mentalmente sana.
Es importante aclarar que, los episodios que sufría Marta, iban y venían. No creas que se trataba de algo que ocurría las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Por grandes periodos de tiempo, la chica parecía completamente normal. Así que continuaba con su vida diaria, como si nada estuviera pasando. El problema era cuando intempestivamente, volvían a aparecer esos espeluznantes y macabros episodios de posesión demoníaca.
Como la madre estaba completamente segura de que su hija estaba poseída, no desistía en sus intentos de buscar un párroco que la ayudara.
Recorría y tocaba puertas de iglesia en iglesia, para al final, obtener siempre la misma respuesta: todos los clérigos le cerraban la puerta en sus narices.
Debido a que este proceso de búsqueda de clérigos que los pudieran ayudar se estaba alargando, la madre sólo atinaba a rezar con su hija. Fue entonces como un día, en medio de uno de estos rezos, la hija empezó a convulsionarse y retorcerse en su cama de una manera violenta.
Se dice que las convulsiones eran terribles. Increíblemente, la chica se levantaba hasta medio metro de la cama y se contorsionaba en una manera atípica, como si alguien cogiera con fuerza una muñeca de trapo y la agitara con mucha furia.
Las convulsiones cesaron después de unos minutos, pero la pesadilla recién comenzaba. Las cosas empezaron a empeorar hasta tal punto que, la madre ya no podía rezar en presencia de su hija.
Cada vez que intentaba hacerlo, esta empezaba a emitir gritos y alaridos, y a proferir amenazas y a dirigirle a su propia madre unas miradas verdaderamente malignas. Unas miradas que le helaban completamente la sangre.
Las cosas sólo se calmaban cuando la madre finalmente desistía de sus oraciones. En ese punto, su hija también se calmaba y después decía que no recordaba absolutamente nada de lo que había sucedido.
Toda esta situación llevó a que la mamá tuviera que rezar en una habitación solitaria, totalmente apartada de su hija. Y aún en este caso, cuando lo hacía, su hija entraba en trance. Cuenta la madre que casi llamó a todos los obispados en España, en busca de algún sacerdote que pudiera ayudarla.
En medio de tal desespero, y a punto de perder la esperanza, finalmente un párroco se apiadó de a ellas, y decidió investigar el asunto con mayor profundidad. Este hombre era el padre José Antonio Fortea, párroco de Nuestra Señora de Zulema, en Alcalá de Henares.
Podrás imaginarte lo difícil que fue para esta madre y para su hija afrontar esta situación sola, pues su padre había muerto hace ya muchos años.
Cuenta el párroco que cuando oyó a la madre exponer su caso, esta parecía muy asustada de que fuera a ser rechazada, pues ya era costumbre que todos los clérigos le negaran su ayuda. No obstante, el padre Fortea le creyó, y decidió agendar una cita para revisar el caso de la chica.
Resulta entonces que el sábado 2 de marzo del 2002, comenzaron las oraciones y exorcismos por aquella chica. Oraciones que el párroco creía se prolongarían apenas por dos o tres días.
Tiempo después, el mismo sacerdote Fortea reconoció que había sido un iluso en pensar que esto se resolvería tan rápido.
Una vez el padre tuvo a la chica en su parroquia, y con ayuda de otras cuatro personas, decidieron empezar a orar y a sujetar a la muchacha con fuerza en una camilla. Acto seguido, el padre hizo una escalofriante pregunta, ¿cuántos demonios se encuentran allí? Ante la sorpresa de todos, la chica contestó que cinco.
¿Puedes imaginarte lo que es estar poseído por cinco demonios? El padre Fortea no tenía ninguna duda de que estaba ante un auténtico caso de posesión, pues a la chica le producía una profunda aversión todas las cosas religiosas, trátese de crucifijos, agua bendita, etc.
En medio de este tumulto, las oraciones se hacían cada vez más fuertes, y cada vez pedían con más fuerza a Dios para que liberara a la muchacha de semejante suplicio.
Le preguntaron al demonio que dijera cómo carajos se había introducido en el cuerpo de la chica, pero éste se negaba a hacerlo. Entonces indagaron más fuerte, en el nombre de Jesucristo, para ver si finalmente este engendro revelaba alguna información.
Finalmente, el demonio, o los demonios, mejor dicho, decidieron hablar. Todo había sido culpa de un chico, un compañero de clases de Marta, que, por alguna razón, había decidido hacerle un hechizo de muerte.
Es decir, se supone que la chica debería haber muerto. Pero por alguna razón, ella no murió, y entonces los demonios, o bien decidieron quedarse allí dentro, o bien no pudieron salir.
Se presume que Marta se salvó de la muerte por las múltiples oraciones que realizó su madre. Sin embargo, estas no fueron suficientes para que los demonios salieran de allí.
La cuestión es que cuando se invocan estas fuerzas demoníacas, cualquier cosa puede suceder. Dice el párroco que cuando una persona reza el rosario, acude a misa, y se confiesa, entonces estará protegida de estas amenazas.
Aquí es donde yo no estoy muy de acuerdo. Por varias razones. En primera instancia, ¿qué pasa si alguien no cree en Dios o no es cristiano? ¿Estará esta persona completamente desprotegida de estas amenazas?
Además, en segundo lugar, y por lo que hemos visto hasta ahora, aun las personas religiosas que rezan y acuden a la iglesia son víctimas de estas entidades demoníacas.
Y las oraciones parecen no hacerles ningún efecto, pues estos demonios siguen allí adentro, como si nada, probablemente riéndose de nosotros y de nuestras técnicas y procedimientos para expulsarlos de allí.
Es por esta razón que a mí me cuesta mucho creer la idiosincrasia que gira alrededor de las posesiones demoníacas. No porque no crea en los demonios, porque estoy seguro de que existen.
De hecho, yo mismo he tenido algún tipo de experiencia con estas entidades, cosas que contaré en un video futuro. Lo que no creo es que la Iglesia tenga algún tipo de poder sobre ellas.
Es claro que las oraciones y los rezos no ayudan para nada. De ser así, los demonios se hubieran ido hace mucho tiempo. Y sin embargo, ahí seguían dentro del cuerpo de esta pobre chica, atormentándola.
Así que dudo mucho que la Iglesia, los obispos, los rezos, los crucifijos y cualquier otra cosa religiosa, realmente tengan algún efecto en estos espíritus malignos. Y te lo probaré cuando veas en que termina esta historia.
Al parecer, la chica tenía cinco demonios, de los que sólo se sabe el nombre de cuatro, que se llamaban: Fausto, perfidia, Azabel y Zabulón, quien se supone, era el más poderoso.
Cuenta la historia que después de muchas oraciones y rituales de exorcismo, los demonios parecían salir y entrar a su gusto. En cada sesión, Marta se contorsionaba en posiciones que serían imposibles de realizar aún para cualquier gimnasta profesional.
Además, según narran, a menudo la chica se suspendía en el aire, levitando varios metros sobre el piso.
Parece ser que, en todas esas sesiones de exorcismo, más de 1000 demonios llegaron a entrar y a salir. Dicen que hasta el mismo Satán estuvo ahí dentro. La verdad es que aquí ya me parece un poco exagerada la historia. En donde la realidad se mezcla un poco con la ficción.
También se dice que una secta satánica de la Universidad de Marta, se involucró en el asunto y realizó conjuros para mantener a los demonios dentro del cuerpo de Marta.
Se cree que un miembro de esta secta estaba enamorado de la chica, y no quería que los demonios salieran de ella. Vaya manera de amar.
En definitiva, parece ser que este exorcismo se trató de una verdadera pelea entre ángeles y demonios. Circula una hipótesis que dice que el mismo Dios, a través del arcángel San Miguel, impidió que los demonios salieran de la muchacha.
Se preguntaría uno, ¿por qué habría Dios de hacer algo así? Se supone que para reforzar nuestra fe. Él deseaba mantener a los demonios allí adentro, para que hubiera un testimonio sobre estas cosas y de esta manera, la fe de las personas se mantuviera viva.
Este caso llegó incluso a trascender hasta la misma prensa. Obviamente, como es de esperarse, dividió a la opinión pública entre creyentes y escépticos.
Muchos han acusado al padre Fortea y a Marta de ser un fraude. Algunos especialistas piensan que la chica simplemente quería llamar la atención y lo estaba fingiendo todo.
Sea como sea, la cosa es que, al parecer, Marta todavía sigue conviviendo con estos demonios. Por lo menos, del año 2001 hasta el año 2008, no había sido posible expulsarlos.
En caso de ser esto cierto, es una pena para esta pobre muchacha. Y esto refuerza mi tesis: estas entidades demoníacas parecen hacer lo que les venga en gana, y ni la Iglesia, ni los rezos, ni las oraciones, parecen hacerles mella. Es como si fueran inmunes a todo lo religioso.
Y ustedes, ¿qué piensan al respecto? ¿Creen que Marta efectivamente estuvo poseída por demonios? ¿O creen que todo esto simplemente se trata de un fraude y de una chica que deseaba llamar la atención? Ahí les dejo el caso para que saquen sus propias conclusiones…
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí.
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Como siempre, les ha hablado su amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!