La Candelaria es el barrio más viejo de la ciudad de Bogotá. Un lugar con mucha historia, pues aquí, fue donde se fundó la capital de Colombia, hace ya más de 400 años (481 para ser más exactos, a esto del 2019).
Lo cierto es que existen muchas historias de fantasmas en este lugar. De hecho, hasta existe un tour turístico que se llama “el tour de los fantasmas de Bogotá”, o algo así. La verdad es que lo vi en algún momento, pero ya se me olvidó el nombre. He tenido ganas de tomar este tour, pero por razones diversas, todavía no lo he hecho.
Me ha parecido muy interesante, de todas formas, que exista un tour de esta naturaleza. Así que decidí investigar un poco más sobre el tema y realizar este video sobre los fantasmas de La Candelaria.
Bueno, ahora sí, entremos de lleno en este viaje fantasmagórico. Como les venía diciendo, La Candelaria es el barrio más viejo de la ciudad de Bogotá.
Muchos han vivido allí desde que, en 1538, Gonzalo Jiménez de Quesada fundara la capital de una de las ciudades más importantes de Latinoamérica.
Si nunca has visitado Bogotá, sin duda es el primer lugar que debes conocer. Pues además de ser un barrio colonial muy bello, tiene una historia realmente rica.
Es un sector en donde cohabitan juntos museos, hoteles, restaurantes, iglesias, institutos, universidades, bibliotecas, etc. En fin, podríamos decir que se trata del corazón de la capital.
Además de todo lo anterior, parece ser que también es el lugar en donde moran muchos fantasmas, según los testimonios de las personas que viven allí.
Es por esto que he querido hacer una pequeña recopilación de algunos de los fantasmas más ilustres de La Candelaria.
Dentro de la muy amplia gama de fantasmas que veremos, parece haber de todo tipo, edades, olores y sabores. Existen algunos fantasmas que sólo se limitan a mirar y sonreír, existen otros que hasta se disfrazan de rin rin renacuajo, y aún otros que gritan y sollozan sin consuelo. Casi todos viven, por así decirlo, dentro de las viejas casas de La Candelaria.
Mientras que otros, pululan por la noche en las angostas calles empedradas del sector, y se les aparecen de vez en cuando a los inocentes transeúntes.
El primer fantasma del que hablaremos es el del príncipe del Palomar. Cuenta la leyenda que este señor era un infante, que sufría de retardo mental.
Aparentemente, el señor se creía el príncipe de las palomas, y solía alimentarlas diariamente y ¡ayy de que alguien quisiera hacerles daño! Pues este individuo no permitía que nadie las hiriera bajo ningún motivo.
Es por esa razón que, por las calles, se escucha el rumor de que cualquier persona que moleste a las palomas que se posan en la plazoleta, bien sea tirándoles piedras o siendo cruel con ellas, pasará una noche muy mala, repleta de pesadillas y sin poder dormir.
Pues se cree, que el fantasma del príncipe del Palomar los atormentará sin descanso durante esa noche.
Otro fantasma famoso que habita por la Candelaria es el del pintor Gregario Vásquez de Arce y Ceballos. Se rumorea que en la casa en donde vivió este caballero, se encuentra una figura que está cubierta por una capa negra, en el patio interior del recinto.
Muchos testigos han contado que al fantasma se le ha visto macerando flores para extraer las pinturas vegetales con las que elaboraba sus lienzos. Es más, se cree que una cueva que está situada en la planta inferior de la casa, es el lugar en donde se refugia este espíritu. Sin embargo, cuentan los habitantes de que el fantasma del pintor guarda muy buenas relaciones con los habitantes de su antigua morada.
Siguiendo con nuestro recuento de espectros, el turno ahora es para el fantasma del general Sarda. Éste vive a unos pocos metros de distancia de una residencia que antiguamente se conocía como la casa de Rosa Florida.
Este personaje, el general sarda, era un famoso bolivarista, quien fue asesinado debido a sus ataques contra el general Santander.
Se dice que éste alto oficial continúa, en aquellas noches solitarias, haciendo sonar sus botas de caballería sobre los andenes empedrados. También se dice que le acompañan otros fantasmas que lanzan gemidos y se quejan.
Parece ser que estos son los espíritus de los presos patriotas a quienes se les dio cama y auxilio en esta residencia, alrededor de los años de 1800. El turno le corresponde ahora al fantasma del virrey Samano.
Los vecinos del lugar relatan que éste es uno de los fantasmas más antipáticos y horribles de todos los que se encuentran en la Candelaria. Tal vez porque se trata de un personaje históricamente odiado, debido a su tiranía al enfrentar a los patriotas colombianos.
Es un fantasma cuya figura es el de un viejo jorobado y cojo, que emite desagradables escupitajos, y que hace sonar fuertemente sus tacones virreinales.
Al parecer, el sujeto todavía continúa molestando a los transeúntes desprevenidos que se atreven a caminar por la acera, a altas horas de la madrugada.
Continuando con nuestro recorrido fantasmagórico, el turno es ahora para el fantasma de la casaca verde. Aparentemente, la casa en donde mora este fantasma es ahora una fundación.
La fundación Gilberto Alzate Avendaño, para ser más exactos. Narran los testigos que allí ocurren una serie de fenómenos bastante extraños, en donde se aparece un espíritu burlón de vez en cuando.
Este fantasma se le ha atribuido a un ciudadano español, quien fuera residente de la casa en el siglo XVII. No obstante, no hay mucha claridad sobre el tema, pues otras personas afirman que este fantasma no es el que se aparece por las noches, sino que más bien, se trata del espíritu del virrey Ezpeleta, quien también viviera en la casa en el siglo XVIII.
Este espectro aparece, según las personas que lo han visto, vestido con pantalones ajustados hasta la rodilla, medias blancas y zapatos negros de tacón. Se dice que, en las noches solitarias, transita por los pasadizos de la fundación.
Se expresa que, a partir del año de 1880, se vienen escuchando pasos en el segundo piso del recinto y que luego se escuchan tres golpes en una pared.
Pero tal vez el hecho más curioso, es que se dice que el fantasma viste de verde y rojo, como rin rin renacuajo. ¿Será que este espectro sale en las noches, muy tieso y muy majo, para asustar a los incautos que por allí se encuentren?
Unas cuadras más allá de donde mora este fantasma, se encuentran otros que residen en la casa en donde alguna vez habitó José Caicedo Rojas, el famoso político y escritor colombiano, y quien fuera el fundador de la academia colombiana de la lengua, por allá en los años de 1874.
Se dice que en la noche se pueden escuchar algunas conversaciones entre este señor y los fantasmas de algunos de sus amigos ya fallecidos, como el también escritor, Rafael Pombo y el ilustre Miguel Antonio Caro, vicepresidente de la República. Yo me pregunto, ¿qué se sentirá presenciar una tertulia entre fantasmas?
El siguiente fantasma en nuestra lista, se le conoce como el fantasma de los azulejos. La leyenda narra que existía un hombre que vivía en una casa esquinera, unas tres cuadras arriba de la plaza de Bolívar.
Este fantasma, sin duda, es más macabro que los anteriores. Pues se rumorea que el hombre realizaba rituales satánicos en el baño de su casa.
Un baño completamente lleno de azulejos. Aparentemente, se supone que el señor era bien plantado y de buen vestir, con gomina en el pelo y demás.
Tal vez era esto lo que le ayudaba a atraer a niñas jóvenes a su lugar de residencia, para después degollarlas y ofrecerlas en sacrificio en sus rituales diabólicos. De ser esto cierto, no resultaría para nada sorprendente que este lugar esté lleno de malas energías, y que la actividad paranormal sea muy fuerte.
Pero continuemos con nuestras historias. El siguiente fantasma en nuestra lista es el de José Raimundo Russy. Resulta que este señor era un abogado que se especializaba en defender a los pobres y a los delincuentes. Desafortunadamente para él, fue acusado, por error, del asesinato del señor Manuel Ferro.
De modo que, como era costumbre por esas épocas, el señor Russy fue sentenciado a muerte y colgado en la plaza de Bolívar. Cuenta la historia de que antes de morir, sus últimas palabras fueron “¡soy inocente!”. Aún así, terminaron colgándolo.
Años más tarde, los verdaderos asesinos del señor Manuel Ferro fueron aprehendidos. Aparentemente, los verdaderos asesinos hacían parte de una banda de ladrones que vivían en el sector.
La cosa es que aún hoy, son muchas las personas que aseguran haber visto, y escuchado, al señor Russy, quien se aparece como un personaje con capa negra, que deambula desde la plaza hasta su casa, clamando siempre su inocencia.
Obviamente, es en las noches solitarias en donde se aparece con más frecuencia. Los que lo han visto, dicen que se trata de un hombre joven y delgado, de más o menos unos 35 años, y de estatura mediana. Un hombre que aparece con una capa. Algunos dicen que es de color negro, mientras que otros dicen que es azul.
A continuación, tenemos el fantasma de la emparedada. Esta historia sí que es algo macabra. Se habla de que alrededor del año de 1800, sucedía que las personas no tenían en donde enterrar a sus seres queridos. Así que no se les ocurrió una mejor idea que enterrarlos entre las paredes de sus casas.
Cosa bastante loca, si me lo preguntan. El caso es que hubo una mujer campesina que llegó a Bogotá. Una mujer muy joven y bonita. La muchacha consiguió posada en la casa de una señora de alta sociedad, que al principio la estimaba mucho.
Pero, como usualmente suele ocurrir en este tipo de situaciones, el esposo de la mujer se empezó a interesar en la joven. No se sabe exactamente si el hombre y la mujer tuvieron algún tipo de aventura. Probablemente así haya sido.
El caso es que la esposa, en un ataque de celos y de rabia, le cortó la cara de oreja a oreja. Después la historia no es muy clara, porque se dice que la mujer enterró viva a la chica en una de las paredes de la casa, en donde la torturaba y la mantenía sin agua y sin comida, hasta que finalmente terminó muriendo.
Honestamente, esta versión de la historia me parece completamente tirada de los cabellos. Es más probable que la señora haya matado a la chica, y para deshacerse del cuerpo y no dejar rastros de su crimen, haya decidido enterrarla en una de las paredes de su residencia. Sea como fuere, parece ser que el espíritu de la muchacha todavía ronda por la casa, pues no ha podido encontrar paz ni descanso.
Prosiguiendo con nuestra lista fantasmagórica, el turno ahora le corresponde al fantasma de Baltazar. Cuenta la historia que, en el siglo XVIII, en una casa situada en la calle 13 con carrera quinta, vivía una mujer soltera que quedó embarazada.
Resulta que por esas épocas el hecho de estar embarazada sin tener marido, era algo bastante indecoroso. Así que la mujer, para evitar la vergüenza y el repudio de la sociedad, decidió esconderse durante meses en su casa hasta que el bebé finalmente nació.
Acto seguido, parece ser que no se le ocurrió una mejor idea que asesinar al bebe y botarlo en el pozo del patio central. Definitivamente, hay que decir que este mundo está plagado de verdaderos animales, individuos completamente aberrantes y salvajes.
La cosa es que se cree que el duende del bebé, de nombre Baltasar, tiene la costumbre de salir de vez en cuando para asustar y aterrorizar a las mujeres.
De hecho, hay quienes dicen que hasta han encontrado las huellas de sus pies descalzos en el patio de la residencia. Hasta hace muy poco tiempo, la casa funcionaba como un restaurante.
Según los testimonios de los meseros que trabajaban allí, es que nunca podían dejar las mesas arregladas, porque a la mañana siguiente, las encontraban totalmente desordenadas. Se cree que, a Baltasar, como buen niño travieso, le encantaba desarreglar la casa. Lo último que se sabe es que la residencia actualmente se encuentra abandonada.
Otra historia espectral famosa, en la Candelaria, es la del fantasma de la lavandera. Se cuenta que muchas mujeres que habitaron en una casa ubicada en la calle décima con carrera tercera, se llevaron un tremendo susto debido a un curioso y extraño fenómeno.
Supuestamente, la ropa sucia que se dejaba en las noches, amanecía lavada y colgada en los tenderos, sin ningún tipo de explicación racional.
No se sabe exactamente la razón, pero resulta que, hace no mucho tiempo, mientras estaban restaurando la casa, encontraron los restos de una mujer que había sido enterrada en una de las paredes.
Como ya dijimos, parece ser que esto fue la gran moda por algún tiempo en la Candelaria. La cuestión es que apenas retiraron el cadáver de la mujer, y la enterraron apropiadamente, este fenómeno dejó de acontecer.
Como habíamos mencionado al principio de este video, la zona de la Candelaria, al ser uno de los barrios más populares de Bogotá, está llena de restaurantes, museos, hoteles e infinidad de sitios históricos y culturales. Justamente, en esta zona se encuentra el Capitolio.
Allí, como era de esperarse, también viven fantasmas. El Capitolio nacional está ubicado en la plaza de Bolívar. Hace 200 años este lugar funcionaba como una cárcel, un sitio en donde se torturaban, y hasta se masacraban, a muchos reclusos que fueron encarcelados dentro de sus paredes.
A raíz de esto, no es de extrañar que sus almas agonizantes todavía estén atrapadas entre este mundo y el otro. Los rumores narran que todavía siguen atormentando a los que ellos creen, alguna vez los atormentaron en vida.
Otra historia de fantasmas, pero esta vez menos tétrica, ocurre en la sede del Instituto colombiano de Antropología. La historia cuenta que hace muchos siglos, allí vivió un feliz matrimonio que no podía tener hijos. Sin embargo, todas las mañanas salían a tomar el café en el balcón de su casa.
Se dice que el amor de esta pareja era tan fuerte, que cuando la señora murió, el marido decidió embalsamarla y mantenerla dentro de su hogar, para que, de esta manera, lo siguiera acompañando en las mañanas a tomar café. Hoy en día, muchos transeúntes han reportado ver la sombra de la señora al lado izquierdo del balcón, y la sombra del señor al lado derecho.
Otra historia más negra relata que en este lugar, cerca del naranjo, en el patio central, de vez en cuando aparece el espíritu de una mujer rubia, que se encuentra enterrada de cabeza bajo el árbol, asesinada por su esposo celoso. ¡Vaya uno a saber!
Terminaremos nuestro relato de fantasmas con el espectro del restaurante La bruja, ¡vaya nombrecito! En este restaurante, ubicado en el corazón de la Candelaria, se sirve comida continental. Se dice que, en las instalaciones del establecimiento, antiguamente existió un calabozo, por allá por la década de los años cincuenta.
Un calabozo que, tiempo después, fue desmantelado. Resulta que a este lugar llegaba con frecuencia una mujer, que le preguntaba insistentemente a los guardias por su hijo perdido. Las visitas de la mujer eran tan regulares, que hasta terminó por hacerse amiga de los centinelas, a quienes, además, siempre les llevaba la deliciosa comida que preparaba.
Parece ser que a la mujer le gustaba tener contacto con las almas de los muertos. Y es por esa razón que, según los testimonios de algunos testigos, su espíritu se ha manifestado en algunas ocasiones dentro del restaurante.
Otras versiones dicen que la mujer se volvió loca porque nunca pudo encontrar a su hijo y que, tristemente, murió en completa soledad. El espíritu de la mujer se les ha aparecido a muchos empleados del restaurante y también a algunos comensales.
En fin, vamos a dejarlo hasta aquí, mis emprendedores de la felicidad. Aunque muchas personas sean completamente escépticas en cuanto a este tipo de cuestiones fantasmagóricas, a veces sólo basta con escuchar los testimonios de los testigos presenciales para cambiar de idea.
Pues muchas de las personas que han vivido en estas residencias, de hecho, no han aguantado la actividad paranormal y se han ido de aquellos lugares, para no volver nunca jamás.
Trátese de leyendas o realidad, espero que les haya gustado la historia del día de hoy.
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Como siempre, les ha hablado su amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!