Quiero que escuches con atención las siguientes palabras:
“Ser una maestra. Ser conocida por inspirar a mis estudiantes a ser más de lo que piensan que pueden ser”
¿Qué pensarías qué significan estas palabras? Suena como una especie de mantra, ¿cierto?
¿Podrías adivinar a quién pertenecen?
Pues déjame decirte que estas palabras son la misión de vida de, nada más y nada menos, Oprah Winfrey.
El punto que quiero transmitir es:
Si una persona tan famosa como Oprah tiene una misión de vida, ¿no deberíamos todos tener una?
¿Tienes una misión de vida? ¿La has definido y puesto por escrito como Oprah?
La mayoría de personas famosas y exitosas tienen una misión de vida. Una misión que, no solamente conocen al derecho y al revés, sino que también la han puesto por escrito.
Tal vez esto es lo que separa a las personas celebres del simple resto de los mortales.
Creámoslo o no, todos hemos venido a esta vida para cumplir una misión específica.
Es muy posible que la mayoría de nosotros no tenga idea de su misión. Hay gente que se pasa la vida entera sin saber que tiene una empresa a desarrollar. Una tarea para llevar a cabo.
Esto, obviamente, es un problema. Porque si no sabes cuál es tu misión de vida, entonces ¿Cómo vas a saber lo que debes realizar? ¿Cómo vas a comprender en qué dirección debes ir? ¿Cómo entenderás el por qué, y el para qué, de tus acciones?
La cuestión es la siguiente:
No es un secreto que soy un férreo defensor de la teoría de la reencarnación.
Soy de los que piensa que, en cada vida, en cada encarnación, venimos específicamente para cumplir una misión. Para llevar a cabo un propósito.
Obviamente, en la medida en la que transcurre nuestro trasegar por el mundo, debemos descubrir este propósito.
Hacerlo será supremamente importante porque, de lo contrario, andaremos dando tumbos de aquí para allá, sin saber realmente que se supone que debemos hacer, o adonde se supone que debemos ir.
Como ya lo mencioné, nuestras misiones cambian de vida a vida. En cada encarnación tenemos distintos propósitos, dependiendo del grado de evolución en el que nos encontremos y de los karmas, o las lecciones, que debamos aprender.
Algunas personas vienen a cumplir misiones en el campo del amor y las relaciones interpersonales. Otras en el campo de la ciencia y la tecnología. Otras en el campo de la salud. Y así sucesivamente.
Algunos vienen a ser padres, otros vienen a pagar karmas, otros vienen a entretener, otros a enseñar, etc.
Dicho todo esto, es apenas evidente la importancia de conocer nuestras misiones de vida.
¿Para qué hemos venido? ¿Para qué estamos aquí? ¿Qué se supone que debemos hacer?
Es obvio que, solamente tú, mi querido amigo, podrás contestar estos interrogantes.
Lo que quiero que mantengas en mente es esto:
Si no conoces tu misión de vida, andarás dando tumbos a diestra y siniestra. Andarás sin rumbo, cual barco perdido en un vasto océano.
Por lo tanto, es imperativo que conozcas, lo más pronto posible, tu propósito en este planeta.
Hacerlo te permitirá direccionar tu vida. Llevarla en la dirección correcta.
Ahora bien,
No es fácil determinar y descubrir nuestras misiones de vida. A ciertas personas les resulta más fácil y a otras más difícil.
A mí, por lo menos, se me ha dificultado bastante. Debo confesar que, a estas alturas, todavía no sé exactamente cuál es mi misión de vida. A veces he creído que puede ser “X”, pero a veces he creído que puede ser “Y”.
¿Has notado como algunas personas saben, desde muy pequeños, cuál es su misión de vida? Es como si estos individuos ya supieran, desde su más tierna infancia, aquello que deben hacer. No tendrán más de cinco años, y ya le muestran al mundo su vocación.
Puedo pensar en genios como Beethoven o Mozart, o el mismo Lionel Messi, o el brillante matemático Carl Friedrich Gauss, quien desde pequeño ya le mostraba al mundo sus proezas matemáticas.
En parte, estos individuos están destinados a la grandeza justamente porque conocen sus misiones desde años muy tempranos en su vida.
Otras personas, como yo, desafortunadamente, podemos pasar toda la vida buscando nuestra misión sin encontrarla.
De todas formas, independientemente de que tan fácil o difícil sea encontrar nuestro propósito, todos tenemos uno.
En este video proporcionaré tres consejos para que descubras tu misión de vida.
Consejo # 1: investiga tus sueños.
Todos tenemos sueños.
Como los sueños pintan una imagen del mundo en el que deseamos vivir, allí puede encontrarse la clave de nuestra misión.
Los sueños abren nuestra mente a fascinantes posibilidades. Pueden contener pistas sobre nuestro propósito.
Es sensato pensarlo pues, si son sueños, es por algo. Algo debe haber en ellos que nos indica que por aquí va la cosa. Que nuestra misión y propósito se encuentra ahí, en algún lugar, camuflajeado dentro de nuestras fantasías.
Pregúntate lo siguiente:
¿En qué mundo te gustaría vivir? ¿Cuál es tu vida soñada? ¿Cuál es tu mundo ideal? ¿Hay algo que podrías hacer para hacer tus sueños realidad?
Tu misión de vida podría ser:
“Contribuir con un granito de arena a la construcción de un mundo idílico, de esa vida soñada que tanto deseas. En otras palabras, trabajar para convertir tus visiones en una realidad tangible”
A veces nuestros sueños son demasiado grandiosos y ambiciosos. Por lo que es posible que no podamos obtenerlos en una sola vida. Pero, lo importante no es eso, lo importante es trabajar en la construcción de nuestros mundos soñados.
Leonardo da Vinci soñó con volar algún día, al igual que los hermanos Wright.
Cuando estos individuos soñaron con tales hazañas, estaban muy lejos de lograrlas. Pues la tecnología de aquella época todavía distaba mucho de crear aviones.
Sin embargo, esto no demerita sus aportes. Estos hombres, al igual que muchos otros, establecieron las bases de la aviación. Hicieron que volar se haya convertido en una realidad.
Lo mismo puede pasar contigo. Tal vez tus sueños no se verán realizados en esta vida. Pero puedes contribuir, con pequeños granitos de arena, a que algún día puedan convertirse en una realidad.
Debido a que somos seres eternos, tendremos muchas encarnaciones para ver nuestras visiones materializadas. Convertidas en hechos tangibles.
Ahora bien, los chinos decían: “ten mucho cuidado con lo que deseas”. Porque lo que deseas a veces puede llevarte por caminos indeseados.
Total, no hay ninguna garantía de que nuestros sueños puedan, efectivamente, hacernos felices. Se supone que deben hacerlo, pero no hay garantía de que lo hagan.
Esto nos lleva al siguiente punto:
Consejo # 2: enfócate en tus pasiones.
Las pasiones, a diferencia de los sueños, nos garantizan felicidad.
Las pasiones son, por definición, cosas que nos generan dicha y alegría. Son actividades que nos proporcionan placer.
Si uno pudiera dedicarse a realizar las cosas que más le apasionan, la vida sería mucho más dulce y placentera.
Desafortunadamente, en este mundo hay que ganarse la vida. Hay que obtener dinero para subsistir. Muchas veces esto hace que no podamos meternos de lleno en nuestras pasiones.
No obstante, muchos individuos han logrado dar en el clavo. Es decir, han logrado ganarse la vida con sus pasiones. Esto es lo ideal.
Como dijimos, las pasiones también pueden darnos claves de nuestra misión de vida. Allí, escondido dentro de las actividades que más nos generan placer, puede encontrarse el propósito por el cual hemos venido a la vida.
Ahora bien, el tercer y último consejo que proporcionaré es el siguiente:
Consejo # 3: enfocarse en los talentos.
Los talentos, al igual que las pasiones y los sueños, también pueden darnos pistas sobre nuestras misiones y propósitos de vida.
Pensémoslo por un momento y veremos que tiene sentido:
¿Por qué habría Dios de dotarnos de ciertas habilidades específicas?
Si la vida nos dio talentos, ¿no se supone que deberíamos utilizarlos de algún modo?
En efecto, nuestra misión de vida puede encontrarse oculta en las grandes habilidades que siempre hemos tenido.
Es cierto que los talentos se pueden desarrollar. Sin embargo, eso no quita que tengamos ciertas habilidades más desarrolladas que otras. Habilidades que podríamos catalogar como “naturales”. Aquellas con las que nacimos. Aquellas que ya venían instaladas de fábrica.
Son estas habilidades naturales que pueden darnos pistas sobre nuestra misión de vida. Pues si Dios nos las otorgó, será por algo.
Sin lugar a dudas, conocer nuestro propósito nos permitirá transitar exitosamente por la vida.
Será como tener un camino bien claro y definido delante de nosotros. Un sendero marcado por el cual transitar.
Todo esto hará que nuestra existencia sea más placentera. Que le encontremos más valor al diario vivir.
Los grandes forjadores del mundo han tenido misiones de vida bien definidas. Los grandes científicos, los grandes músicos, los grandes deportistas, los grandes actores y los grandes políticos. Todos han tenido propósitos bastante claros.
Además de conocer su misión de vida, estas grandes personas la han puesto por escrito. Así como lo hizo Oprah Winfrey, en las palabras que recitamos al comienzo de este video.
La mente da forma a nuestro mundo. Y los sueños son el combustible que alimenta nuestra mente.
Nuestra misión de vida es un método para hacer nuestros sueños realidad. Es el trabajo que tenemos que realizar para que los sueños dejen de ser sueños, y se conviertan en realidades tangibles.
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí.
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Como siempre, les ha hablado su amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!