Las alucinantes apariciones de la Virgen de Fátima. ¿Un hecho ficticio o real? ¿Qué fue lo que realmente sucedió en Fátima, Portugal, en 1917? ¿Dios decidió comunicarse con nosotros a través de la virgen María?
¡Esa es la cuestión!
En este tercer episodio de las apariciones de la Virgen de Fátima veremos: los niños son sometidos a juicio, el interés de la gente crece cada vez más y la virgen sigue pidiendo penitencia y arrepentimiento.
¿Sabías que, en la aparición de agosto, los niños no pudieron acudir a la cita el pactado día 13?
¿Sabías que, en la aparición de septiembre, las muchedumbres alcanzaban las 30,000 personas?
Imagínense cada vez más personas pidiendo ayuda a Nuestra Señora del Rosario. Enfermos que claman por la curación de sus enfermedades.
¿Contestaría la virgen las plegarias de esta gente? ¿Serían curados los enfermos?
Todo esto lo veremos en este capítulo. Quédense conmigo y descubriremos los fascinantes eventos que ocurrieron durante los meses de agosto y septiembre de 1917.
La aparición del 13 de agosto realmente no ocurrió en ese día, sino en el día 19.
¿Por qué? Verán…
Todo comenzó por la mañana, cuando el alcalde de Fátima llegó en su automóvil a la residencia de los niños.
Unos días antes, el 11 de agosto, las autoridades habían tratado, sin éxito, obtener la “verdad” de los chiquillos.
En el día 13, Artur Santos, apóstol católico y masón de alto rango, había divisado una triquiñuela para evitar que los niños acudieran a su cita en la cova.
En efecto, la idea era ofrecer el automóvil del alcalde para que los niños pudieran viajar, sanos y salvos, a través de las muchedumbres que se aglomeraban alrededor de sus viviendas.
Tengan presente que, para ese entonces, el rumor de las apariciones de la virgen se había regado como pólvora. Por lo que miles de personas se aglutinaban en las residencias de los pequeños, como si de celebridades se tratara.
La cuestión es que el plan salió de maravillas, pues las autoridades lograron que los niños, y sus padres, aceptaran de buena gana el ofrecimiento del alcalde.
La idea era llevarlos primero a donde el sacerdote, quien deseaba arduamente hablar con ellos. Y después, llevarlos a la cita en la cova.
Lo que no sabían los pequeños era que se trataba de un artilugio. Pues, una vez en la residencia del sacerdote, el alcalde, dirigiéndose a los padres, dijo lo siguiente:
«¿por qué no se quedan aquí con el sacerdote mientras yo llevo a los niños a la cova?»
Evidentemente, los ingenuos padres aceptaron de buena gana, pues jamás dudarían de las buenas intenciones del magistrado.
Fue así como el alcalde logró quedarse a solas con los tres niños. Pero, en lugar de llevarlos a la cova, los llevó a las oficinas del distrito, en Vila Nova de Ourem, a unas nueve millas de distancia.
Una vez allí, el mandatario intentó, por todos los medios, que los chiquillos confesarán su mentira.
El hombre intentó todo: sobornos, amenazas de muerte, encerrarlos en la cárcel junto a otros criminales, etc.
No obstante, a pesar de todas las intimidaciones, los niños se mantuvieron firmes en su versión.
A pesar de todas las advertencias, y de su corta edad, la creencia de los pequeños en la señora del Rosario era inquebrantable.
¡Estos niños no cedían para nada!
El único problema era que, mientras esto sucedía, los infantes se perdían su cita en la cova.
En efecto, a la hora pactada de la aparición, los niños no se encontraban allí. Los que sí estaban, no obstante, era una gigantesca muchedumbre congregada en el lugar (la más grande que se había registrado hasta la fecha).
Tal vez por esta razón, y para beneficio de la gente, a la hora de la aparición algunas luces extrañas se divisaron en el lugar.
Por supuesto, esta gente no sabía que las autoridades gubernamentales habían detenido a los chiquillos para evitar su cita en la cova.
A pesar de la consternación y el reclamo de las familias, los pequeños fueron detenidos por dos días adicionales. Hasta que, finalmente, fueron liberados el 15 de agosto.
El apresamiento de los infantes causó indignación en el pueblo. Por lo que el alcalde, y su chofer, fueron increpados por las furiosas masas.
Afortunadamente, la cosa no pasó a mayores, y los dos hombres salieron ilesos. Esta sería la última vez que las autoridades interferirían con el asunto de Fátima.
Debido a este percance con las autoridades, la virgen no se aparecería sino hasta el 19 de agosto.
Aquel domingo, Lucía, Francisco y Juan, hermano de Lucía, pastaban las ovejas en Valinhos. Un lugar localizado en la misma colina en donde el ángel se apareció, pero en dirección opuesta, un poco más al norte.
A eso de las 4:00 de la tarde, Lucía empezó a presentir la aparición de Nuestra Señora, por lo que le pidió a Juan que llamara a Jacinta.
No obstante, Juan no quería realizar el mandado. Por lo que Lucía tuvo que ofrecerle unas monedas para que el condenado crío, finalmente, decidiera ir por Jacinta.
Cuando ésta llegó, la virgen se apareció ante los niños. Y la típica conversación entre ambas partes tuvo lugar.
No entraré en detalle sobre estas conversaciones porque, básicamente, son exactamente las mismas que ocurrieron en ocasiones pasadas.
Es decir,
Lucía le pregunta a la virgen qué desea de ella, a lo que Nuestra Señora le responde que quiere que sigan viniendo a la cova, los días 13 de cada mes, y continúen orando por la gracia de los pecadores.
La virgen sigue pidiendo realizar sacrificios y rezar el rosario. Además, continúa hablando de las almas desdichadas que se irán al infierno, pues nadie está dispuesto a efectuar sacrificios por ellas.
En realidad, los puntos más interesantes de las conversaciones de agosto y septiembre, son los siguientes:
En primer lugar, Lucía sigue preguntándole a la virgen si curará a muchos enfermos, pues las peticiones de los dolientes se siguen agolpando rápidamente.
Lo interesante es la respuesta de la virgen: «algunas personas serán sanadas y otras no». Aquellas que serán curadas, verán mejorías en el transcurso de un año.
¿Por qué Nuestra Señora del Rosario dice que curará a algunas personas mientras que a otras no? ¡Esto lo analizaremos en la última parte! ¡Existe una razón muy poderosa, en mi opinión, para explicar este fenómeno!
El segundo punto importante de estas conversaciones es cuando Lucía le pregunta, a la virgen, qué hacer con todo el dinero que han recaudado.
Parece ser que la gente había donado bastante dinero en respuesta a las milagrosas apariciones de la virgen.
La señora del Rosario le ordena a Lucía que deben construir dos pedestales.
Uno lo cargará Lucía, Jacinta y otras dos niñas. Todas vestidas de blanco. Y el otro lo cargará Francisco y otros tres niños. También vestidos de blanco.
El dinero restante, ordena la virgen, debe ser utilizado para la construcción de una capilla en el lugar.
Finalmente, el tercer punto interesante de las conversaciones es la promesa de la virgen de generar un milagro en octubre, para que toda la gente crea.
En fin, creo que lo más sustancial que podemos rescatar de las apariciones de agosto y septiembre es esto:
En primer lugar, ¡la fe a prueba de balas que tienen estos niños!
No es poca cosa que, a pesar de todo el miedo que les metió el alcalde, los infantes se hayan mantenido firmes en su posición.
Esto es bastante meritorio tratándose de niños porque, ¿qué chicos no cambiarían su versión al recibir amenazas tan graves por parte de un adulto?
Tengamos presente que los niños son más crédulos que los adultos. Y, aún así, los chiquillos se mantuvieron totalmente firmes en su versión.
Estoy seguro que muchos adultos, ante amenazas de muerte y cárcel, negarían hasta su propia madre con tal de evitar las nefastas consecuencias.
Ciertamente, es muy significativo que los pequeños hayan demostrado una fe de hierro.
Por otro lado, ¡es increíble la magnitud de este suceso!
En septiembre, había nada más, y nada menos, que 30,000 personas congregadas en la cova.
¿Pueden imaginarse eso?
Solamente les digo que esta cantidad de personas es muy superior a la que los equipos de fútbol de mi ciudad congregan.
Esto solamente demuestra el alcance y la dimensión de las apariciones de la Virgen de Fátima.
Bueno, mis emprendedores de la felicidad, vamos a dejarlo hasta aquí.
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Como siempre, les ha hablado su amigo y servidor, Andrés Rueda.
¡Les deseo a todos un maravilloso día y hasta la próxima!