El infame despecho. Todos hemos pasado por ahí al menos una vez. Y como sabemos, definitivamente no es placentero. La pregunta del millón es: ¿cómo lo superamos?, ¿cómo dejar de sentir ese horrible sentimiento? pues siguan leyendo para obtener la respuesta.
Antes de continuar, debemos preguntarnos, ¿qué es exactamente estar despechado?, ¿y por qué es tan doloroso? Las penas de amor acontecen al final de una relación sentimental. Es un evento muy doloroso que a veces tenemos que experimentar. Es ese punto en donde decimos «esto realmente ha terminado». La razón por la cual es tan doloroso, es porque representa la pérdida de una persona altamente querida y amada.
Es desolador para aquellos que aman. Es muy triste perder el amor, las memorias, la compañía, el sexo y la diversión. Es por la pérdida que penamos. Se puede asemejar a la pérdida de un ser querido, porque tenemos la certeza de que la persona amada ya no va a estar con nosotros. Ya no vamos a compartir más momentos felices ni alegres. Ya no escucharemos su voz, tocaremos su piel, o escucharemos sus palabras.
Un despecho es aún más doloroso cuando toca nuestra autoestima. El sentimiento de no ser amados, de que ya no le importamos a la otra persona, y de que no somos dignos de sus afectos, es muy duro. A veces, el dolor proviene de la rabia que sentimos por estropear las cosas, por los errores cometidos. Las cosas que hicimos, o dejamos de hacer, regresan para mortificarnos. El estar conscientes de todo esto solamente hace que nos sintamos peor.
En casos extremos, las penas de amor implican el final inevitable de una relación. Pues en el amor, no existen puntos intermedios. Es todo o nada. Una pena de amor conlleva una serie de sentimientos muy fuertes: tristeza, rabia, resentimiento, falta de valía, etcétera. Hay mucha carga emocional involucrada.
Pero, entonces, ¿cómo lo superamos?
El secreto radica en dos factores críticos, relacionados el uno con el otro:
- Tiempo
- Perspectivas futuras
La mejor solución para superar un despecho es la combinación de tiempo y perspectivas futuras. Permítanme se los explico:
Posiblemente hayamos escuchado el famoso dicho de «el tiempo todo lo cura». Puede parecer evidente y vago, pero es cierto. El tiempo todo lo cura. Puede no ser hoy o mañana, pero eventualmente, el dolor se superará. Cuando las cosas están recientes, el dolor es reciente. Pero en la medida en que el tiempo avanza, se irá disipando lentamente. Se irá enterrando paulatinamente en el gabinete de la memoria, según la naturaleza tome su curso (la evolución y la historia humana).
Adicional al tiempo, y si queremos tener una solución completa, debemos añadir las perspectivas futuras. ¿A qué me refiero?. Pues a la certeza que nuevas y excitantes cosas vendrán a nuestra vida. Y evidentemente, a nuestra vida amorosa.
Debemos entender que somos seres egoístas por naturaleza. No es que no amemos a otros. Es que al final, nos amamos más a nosotros mismos. No es exactamente la pérdida del ser amado lo que nos ocasiona dolor, es lo que esta persona nos proporcionaba.
Esta es una idea muy poderosa, porque lo que duele es la pérdida de aquello que el ser amado nos brindaba, no de la persona en sí. Sentimos dolor porque dejamos de recibir las cosas valiosas de la relación. Extrañamos las miradas, la risa, las palabras amorosas, las caricias y la compañía. Extrañamos los momentos, las memorias, los sentimientos y las situaciones. Eso es lo que echamos de menos.
Si aceptamos esta verdad, comenzaremos a entender que las perspectivas futuras de encontrar a alguien más, es el remedio que estamos buscando. La certeza de encontrar un nuevo amor que nos proporcione las mismas cosas, o mejor aún, cosas mucho mejores, es la solución a nuestro problema.
Comprensiblemente, en ocasiones parecerá natural creer que nunca encontraremos a alguien más. No obstante, esto es más una creencia que una realidad. El hecho es que eventualmente encontraremos a alguien. Tomará algo de tiempo, por supuesto. Pero tarde o temprano, un nuevo amor llegará a nuestra vida.
Así que sólo es cuestión de tiempo y perspectivas futuras. Debemos creer y estar convencidos de que hallaremos otro cariño. Alguien que nos hará sentir lo mismo, o cosas aún mejores. Alguien que se convertirá en nuestro presente, y que hará que el dolor se convierta en un efímero recuerdo, una memoria ya olvidada. El trago amargo que sentimos hoy, parecerá que perteneció a otra vida.
Nadie se muere de una pena de amor (aunque muchos deciden suicidarse, fue la decisión, y no la pena en sí, la que los mato). A la postre, el despecho nos hará más fuertes, nos enseñará nuevas lecciones. Evidentemente, el dolor permanecerá por un tiempo, pero no será eterno. El paso de las primaveras se lo llevará consigo y, naturalmente, cuando una nueva ilusión aparezca en nuestra vida.
Así que ya lo saben, emprendedores de la felicidad, el tiempo todo lo cura.
Hasta la próxima!
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